32.4 C
Miami
sábado, agosto 17, 2024
Más


    Romanos 8 - Jünemann Septuaginta en español

    Viviendo en el Espíritu

    1. Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne caminan).

    2. Pues la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús te libertó de la ley del pecado y de la muerte.

    3. Pues lo imposible de la ley(a), en lo que flaqueaba por la carne(b) —Dios, a su Hijo enviando en semejanza de carne de pecado; y por pecado condenó el pecado en la carne;

    4. a fin de que la justicia(c) de la ley se cumpliese en nosotros, los que, no según carne caminamos, sino según espíritu.

    5. Pues, los que según carne son, lo de la carne sienten; pero, los que según espíritu, lo del espíritu;

    6. pues el sentir de la carne, muerte; pero el sentir del espíritu, vida y paz.

    7. Por esto: porque el sentir de la carne, enemistad de Dios; pues a la ley de Dios no se sujeta; pues ni puede(d).

    8. Pero, los que en carne son(e), a Dios placer no pueden.

    9. Mas vosotros no sois en carne, sino en espíritu; si es que espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él.

    10. Pero, si Cristo en vosotros, el cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por justicia.

    11. Pero, si el espíritu del que resucitó a Jesús de muertos, habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de muertos, vivificará también los mortales cuerpos vuestros, por inhabitar su espíritu en vosotros.

    12. Por lo tanto, hermanos, deudores somos, no a la carne, para según carne vivir.

    13. Pues, si según carne viviereis, habéis de morir; mas, si con espíritu los hechos del cuerpo matareis, viviréis.

    14. Pues, cuantos por espíritu de Dios son llevados, éstos hijos son de Dios.

    15. Pues no habéis recibido espíritu de servidumbre de nuevo para temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción; en el que clamamos: «¡Abbá, el Padre!»

    16. Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

    17. Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios, coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también conglorificados.

    18. Pues estimo no dignos los padecimientos del presente tiempo para la gloria que se ha de revelar en nosotros.

    19. Pues la expectación de la criatura la revelación de los hijos de Dios aguarda.

    20. Pues a la vanidad la criatura ha sido sometida, no de grado, sino por el que la ha sometido, con esperanza;

    21. pues también, la misma criatura libertada será de la servidumbre de la corrupción para la libertad de la gloria de los hijos de Dios.

    22. Pues sabemos que toda criatura consuspira y comparture hasta ahora,

    23. y no sólo, sino que también los mismos que las primicias del espíritu tenemos, también nosotros mismos en nosotros suspiramos, adopción aguardando: la redención de nuestro cuerpo.

    24. Pues, por la esperanza, nos hemos salvado; pero la esperanza que ve, no es esperanza; pues lo que ve alguien ¿qué(f) espera?

    25. Pero, si lo que no vemos, esperamos, por paciencia, aguardamos.

    26. Y así mismo también el espíritu socorre a nuestra flaqueza; pues, lo que oremos, cual se debe, no sabemos; pero el mismo espíritu intercede con gemidos inefables;

    27. pues, el que escudriña los corazones, sabe cuál el sentir del espíritu; porque, según Dios, demanda por santos.

    Más que vencedores

    28. Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según propósito llamados son.

    29. Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes(g) a la imagen de su Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos;

    30. y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

    31. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por nosotros ¿quién contra nosotros?

    32. Pues, aquél que al propio Hijo no perdonó, sino por nosotros todos entrególe ¿cómo no ya, también con él, con todas las cosas nos agraciará?

    33. ¿Quién acusará contra elegidos de Dios? Dios el que justifica:

    34. ¿quién el que condenará? ¿Cristo, el que murió; mas aún: el que resucitó; el que también está a diestra de Dios; el que también intercede por nosotros?

    35. ¿Quién nos apartará del amor del Cristo(h)? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro o cuchilla?

    36. Según está escrito: (Sl. 44,23) que por causa tuya se nos mata el día entero; considérasenos como ovejas de matanza.

    37. Mas en todo esto sobrevencemos(i) por el que nos ama.

    38. Pues cierto estoy de que ni muerte, ni vida; ni ángeles(j), ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro;

    39. ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en Cristo Jesús, Señor nuestro.