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miércoles, julio 17, 2024
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    Hebreos 6 - EUNSA (Nuevo Testamento)

    1. Por lo tanto, dejando ya la doctrina elemental sobre Cristo, avancemos hacia lo más perfecto, sin poner de nuevo los cimientos de la conversión de las obras muertas y de la fe en Dios,

    2. de la instrucción sobre las purificaciones, la imposición de las manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

    3. Lo conseguiremos con la ayuda de Dios.

    4. Porque es imposible que quienes una vez fueron iluminados, y gustaron también el don celestial,

    5. y llegaron a recibir el Espíritu Santo, y saborearon la palabra divina y la manifestación de la fuerza del mundo venidero,

    6. y no obstante cayeron, vuelvan a la conversión, ya que, para su propio daño, crucifican de nuevo al Hijo de Dios y lo escarnecen.

    7. Porque la tierra que bebe la lluvia caída repetidamente sobre ella y que produce buenas plantas a los que las cultivan, recibe las bendiciones de Dios;

    8. pero "la que hace germinar espinas y abrojos" es despreciable, está próxima "a la maldición", y su final es el fuego.

    9. Pero aunque hablemos de esta manera, esperamos firmemente de vosotros, queridísimos, lo mejor y lo más provechoso para la salvación.

    10. Pues Dios no es injusto como para olvidarse de vuestras obras ni del amor que habéis manifestado a su nombre, ya que habéis servido a los santos y continuáis haciéndolo.

    11. Deseamos vivamente que cada uno de vosotros manifieste hasta el fin el mismo empeño por alcanzar la perfección de la esperanza,

    12. de modo que no os volváis perezosos, sino que imitéis a los que heredan las promesas mediante la fe y la paciencia.

    13. Por eso Dios, cuando hizo su promesa a Abrahán, como no tenía a nadie superior a Él por quien jurar, "juró por sí mismo"

    14. diciendo: "Ciertamente te llenaré de bendiciones y te multiplicaré sin medida".

    15. Y de este modo, esperando con paciencia, alcanzó la promesa.

    16. Pues los hombres juran por algo superior, y el juramento es para ellos la garantía que pone fin a todo litigio.

    17. Y por esto Dios, al querer demostrar con mayor claridad a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su decisión, la reafirmó con un juramento;

    18. para que, gracias a dos cosas inmutables por las cuales es imposible que Dios mienta, los que buscamos refugio en la posesión de la esperanza que nos es ofrecida, tengamos un poderoso consuelo,

    19. que es para nosotros como ancla segura y firme de nuestra vida y que entra hasta el interior, más allá del velo,

    20. donde como precursor nuestro entró Jesús, constituido "para siempre" Sumo Sacerdote "según el orden de Melquisedec".