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sábado, agosto 17, 2024
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    Romanos 7 - EUNSA (Nuevo Testamento)

    Analogía tomada del matrimonio

    1. ¿No sabéis, hermanos -hablo a quienes conocen la Ley-, que la Ley domina al hombre todo el tiempo que vive?

    2. En efecto, la mujer casada está ligada por la ley al marido mientras él vive; pero si el marido muere, queda libre de la ley del marido.

    3. Por lo tanto, mientras vive el marido, será considerada adúltera si se une a otro hombre; pero si hubiera muerto el marido, es libre de la ley, y no es adúltera si se une a otro hombre.

    4. Así pues, hermanos míos, también vosotros habéis muerto para la Ley por medio del cuerpo de Cristo, para llegar a ser de otro -del que fue resucitado de entre los muertos- a fin de dar fruto para Dios.

    5. Cuando estábamos en la carne, las pasiones de los pecados, ocasionadas por la Ley, obraban en nuestros miembros dando frutos para la muerte;

    6. ahora, muertos a la Ley en la que estábamos presos, hemos sido liberados para servir con un espíritu nuevo y no según la antigua letra.

    El pecado que mora en mí

    7. ¿Qué diremos, entonces? ¿Que la Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Sin embargo, yo no conocí el pecado más que a través de la Ley; porque no habría conocido la concupiscencia, si la Ley no dijese: "No desearás".

    8. El pecado, aprovechando la ocasión, produjo en mí por medio de los preceptos todo género de concupiscencia; porque sin Ley el pecado estaba muerto.

    9. Yo también, durante algún tiempo, vivía sin Ley, hasta que llegó el precepto y revivió el pecado,

    10. y yo quedé muerto, y el precepto dado para la vida, ese mismo se convirtió para mí en instrumento de muerte.

    11. Pues el pecado, aprovechando la ocasión, me sedujo por medio del precepto y por medio de él me dio la muerte.

    12. Así que la Ley es santa, y el precepto es santo, justo y bueno.

    13. Entonces ¿lo que es bueno se ha convertido en muerte para mí? ¡De ninguna manera! Pero el pecado, para mostrarse como tal, produjo en mí la muerte por medio del bien, para que el pecado llegase a su colmo por medio del precepto.

    14. Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido como esclavo al pecado.

    15. Porque no logro entender lo que hago; pues lo que quiero no lo hago; y en cambio lo que detesto lo hago.

    16. Y si hago precisamente lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena.

    17. Pues ahora no soy yo quien hace esto, sino el pecado que habita en mí.

    18. Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita el bien; pues querer el bien está a mi alcance, pero ponerlo por obra no.

    19. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.

    20. Y si yo hago lo que no quiero, no soy yo quien lo realiza, sino el pecado que habita en mí.

    21. Así pues, al querer yo hacer el bien encuentro esta ley: que el mal está en mí;

    22. pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior,

    23. pero veo otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi espíritu y me esclaviza bajo la ley del pecado que está en mis miembros.

    24. ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte...?

    25. Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo Señor nuestro... Así pues, yo mismo sirvo con el espíritu a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.