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sábado, agosto 17, 2024
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    Mateo 20 - DuTillet - Solo Mateo - Hebreo

    Los obreros de la viña

    1. «El reino de los cielos es comparable a un hombre que es dueño de un campo, que salió temprano en la mañana a contratar obreros para atender su viña.

    2. Después de hacer trato con los obreros a razón de un zuz por el día completo, los envió a su viña.

    3. Luego salió a la tercera hora, y vio a otros que estaban desocupados en la plaza,

    4. y les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña, y les daré lo que sea justo.' Y ellos fueron.

    5. «Salió otra vez a la sexta hora y a la novena, e hizo lo mismo.

    6. También a la undécima hora salió y halló a otros que estaban [allí], y les dijo: '¿Por qué están aquí todo el día desocupados?'

    7. Y ellos le dijeron: 'Nadie nos ha contratado.' Y les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña.

    8. «Al llegar la noche, le dijo el dueño de la viña a su mayordomo: 'Llama a los obreros y págales su salario, empezando por los primeros hasta los últimos.'

    9. Al venir los que habían llegado a la undécima hora, recibieron cada uno un zuz.

    10. Y cuando vinieron los primeros, pensaron que deberían haber recibido más que éstos, y también recibieron un zuz cada uno.

    11. Y cuando lo hubieron recibido, murmuraban contra el dueño,

    12. diciendo: 'Estos últimos trabajaron una sola hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.'

    13. Pero él les respondió, y dijo: 'Hermano, no te estoy haciendo ningún perjuicio. ¿No hiciste trato conmigo por un zuz?

    14. Toma lo que es tuyo, y sigue tu camino, pero es mi deseo darle a este último lo mismo que a ti.

    15. ¿No tengo acaso derecho de hacer lo que quiera a mi vista? ¿O es que tienes envidia* porque soy bondadoso?'

    16. Así que los últimos serán primeros, y los primeros últimos. Porque muchos fueron llamados, pero pocos fueron escogidos»

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    17. Mientras Yeshúa subía a Yerushaláyim, llamó a sus doce talmidím aparte y les dijo:

    18. «Miren, vamos subiendo a Yerushaláyim, y al Hijo del Hombre lo van a entregar a los principales kohaním y a los escribas, y lo condenarán a muerte,

    19. y lo entregarán a los goyím para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día se levantará otra vez.

    Petición de Santiago y de Juan

    20. Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zabday, con sus hijos, y se postró ante él para pedirle [algo].

    21. El le dijo: «¿Qué deseas?» Ella le dijo: «Concede que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu reino.»

    22. Pero Yeshúa respondió y dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa de la que yo voy a beber, y sumergirse en la inmersión en la que yo me voy a sumergir?» Ellos le dijeron: «Podemos.»

    23. Entonces él les dijo: «Ustedes beberán ciertamente de mi copa; y se sumergirán en la inmersión en la que yo me sumergiré, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concedérselo; eso será para quienes lo haya dispuesto mi Padre.»

    24. Cuando los [otros] diez oyeron esto, se indignaron contra los dos hermanos.

    25. Pero Yeshúa los llamó consigo y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de los goyim gobiernan sobre ellos, y los grandes ejercen autoridad entre ellos.

    26. Pero entre ustedes no será así, sino que el que quiera ser grande entre ustedes, que sea servidor de ustedes;

    27. y el que anhele ser el primero entre ustedes, que sea siervo de ustedes;

    28. igual que el Hijo del Hombre, que no vino para que le sirvan sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

    Dos ciegos reciben la vista

    29. Saliendo ellos de Yerijó, le siguió una gran multitud.

    30. Y, miren, dos ciegos salieron y se sentaron junto al camino, y cuando oyeron que Yeshúa pasaba, empezaron a gritar diciendo: «¡Maestro, ten piedad de nosotros, Hijo de Dawid!»

    31. La multitud los reprendía y los mandaba a callar, pero ellos gritaban aún más fuerte, diciendo: «¡Maestro, ten piedad de nosotros, Hijo de Dawid!»

    32. Yeshúa se detuvo, los llamó, diciendo: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»

    33. Ellos le dijeron: «Maestro, que se restaure la vista de nuestros ojos.»

    34. Entonces Yeshúa, tuvo piedad de ellos, y les tocó los ojos; e inmediatamente vieron; y lo siguieron.