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sábado, agosto 17, 2024
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    2 Reyes 6 - Nacar-Colunga

    Eliseo hace flotar el hacha

    1. Los hijos de los profetas dijeron a Elíseo: “El lugar en que moramos contigo nos es demasiado estrecho.

    2. Vamos a ir al Jordán, y tomaremos de allí una viga cada uno para hacernos una habitación.” Elíseo les respondió: “Id.”

    3. Uno de ellos le dijo: “Ven tú también con nosotros.” El dijo: “Iré”;"

    4. y partió con ellos. Llegados al Jordán, cortaron los árboles,

    5. y mientras uno estaba cortándolos, el hierro fue a caer en las aguas. Se puso a clamar: “¡Ah, mi señor! Era prestado.”

    6. Y el hombre de Dios le preguntó: “¿Dónde ha caído?” El le indicó el lugar, y Elíseo, cortando un trozo de madera, lo arrojó al mismo lugar, y el hierro sobrenadó.

    7. Entonces le dijo: “Cógelo”; y él tendió la mano y lo cogió."

    Eliseo y los sirios

    8. El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo que tuvo con sus servidores, dijo: “En tal y en cual lugar acamparemos.”

    9. El hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: “Guárdate de ir a tal lugar, porque los sirios bajarán allá.”

    10. El rey de Israel mandó gentes al lugar que el hombre de Dios había señalado, para que estuvieran al acecho. Y esto sucedió no una ni dos veces solamente.

    11. El de Siria se inquietó con esto, y preguntó a sus servidores: “¿No me diréis vosotros quién nos traiciona ante el rey de Israel?”

    12. Uno de los servidores le dijo: “Nadie. ¡Oh rey, mi señor! Es Elíseo, el profeta que hay en Israel, que lleva al rey de Israel las palabras que tú pronuncias en tu misma alcoba.”

    13. El rey le dijo: “Id y ved dónde está, y yo le haré prender.” Vinieron, pues, a decirle: “Está en Dotan.”

    14. Mandó él entonces caballos y carros, una gran tropa, que llegaron de noche y cercaron la ciudad.

    15. El siervo del hombre de Dios se levantó muy de mañana y vio que la ciudad estaba cercada por una tropa con caballos y carros, y dijo al hombre de Dios: “¡Ah, mi señor! ¿qué haremos?”

    16. El le respondió: “Nada temas, que los que están con nosotros son más que los que están con ellos.”

    17. Elíseo oró y dijo: “¡Oh Yahvé! Ábrele los ojos para que vea.” Y Yahvé abrió los ojos del siervo, y vio éste la montaña llena de caballos y carros de fuego que rodeaban a Elíseo.

    18. Los sirios bajaron al valle en busca de Elíseo, y éste dirigió entonces a Yahvé esta súplica: “Dígnate herir de ceguera a esta gente,” Y Yahvé los hirió de ceguera, conforme a la súplica de Elíseo.

    19. Elíseo les dijo: “No es éste el camino ni ésta la ciudad. Seguidme y yo os llevaré a donde está el hombre a quien buscáis”; y los condujo a Samaría."

    20. Entrados en Samaría, dijo Elíseo: “¡Oh Yahvé! Abre los ojos de esta gente para que vea”; y Yahvé les abrió los ojos, y vieron que estaban en medio de Samaría."

    21. El rey de Israel, viéndolos, preguntó a Elíseo: “¿Los hiero, padre mío?”

    22. Y Elíseo respondió: “No los hieras, que no los has hecho tú prisioneros con tu espada y tu arco. Dales pan y agua, para que coman y beban, y que se vayan a su señor.”

    23. El rey de Israel hizo que les sirvieran una gran comida, y ellos comieron y bebieron; luego los despidió para que fueran a su señor. Las tropas sirias no volvieron más a la tierra de Israel."

    Eliseo y el sitio de Samaria

    24. Después de esto, Ben Hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército y, subiendo, puso cerco a Samaría.

    25. Hubo en Samaría mucha hambre, y de tal modo la apretaron, que una cabeza de asno valía ochenta siclos de plata, y el cuarto de un “cab” de palomina cinco siclos de plata.

    26. Pasando el rey por la muralla, le gritó una mujer: “¡Sálvame, oh rey, mi señor!”

    27. Y el rey respondió: “Si Yahvé no te salva, ¿cómo voy a salvarte yo? ¿Con algo de la era o con algo del lagar?”

    28. Preguntóle luego el rey: “¿Qué te pasa?” Y ella respondió: “Esta mujer me dijo: Trae a tu hijo y lo comeremos hoy, y mañana comeremos el mío.

    29. Cocimos, pues, mi hijo y lo comimos, y al día siguiente yo le dije: Trae a tu hijo para que lo comamos, pero ella ha escondido a su hijo.”

    30. Cuando oyó el rey las palabras de esta mujer, rasgó sus vestiduras mientras iba por la muralla, y la gente vio que por dentro estaba vestido de saco.

    31. El rey dijo: “Que esto me haga Yahvé y esto me añada si la cabeza de Elíseo, hijo de Safat, quedare hoy sobre los hombros.”

    32. Estando, pues, Elíseo sentado en casa, rodeado de los ancianos que se sentaban con él, mandó el rey a uno delante de él, y antes que el mensajero llegara dijo Elíseo a los ancianos: “¿No veis cómo ese hijo de asesino manda a que me quiten la cabeza? Estad atentos: cuando llegue el mensajero, cerrad y rechazadle con la puerta; ¿no se oye ya tras él el ruido de los pasos de su amo?”

    33. Todavía estaba hablándoles, cuando ya el rey llegó a él y le dijo: “De Yahvé ciertamente nos ha venido este mal. ¿Tendré yo todavía que esperar más de Yahvé?”