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sábado, agosto 17, 2024
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    Hebreos 4 - Nacar-Colunga

    1. Temamos, pues, no sea que perdurando aún la promesa de entrar en su descanso, alguno de vosotros se encuentre que llega con retraso.

    2. Porque igual que a ellos, se dirige también a nosotros este mensaje: y no les aprovechó a aquéllos haber oído la palabra, por cuanto la oyeron sin fe los que la escucharon.

    3. Nosotros, pues, los que hemos creído, entramos en el descanso, según que dijo: “Como juró en su cólera: No entrarán en mi descanso,” aunque sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo.”

    4. Pues en cierto pasaje habla así del día séptimo: “Y descansó Dios en el día séptimo de todas sus obras.”

    5. Y en éste dice de nuevo: “No entrarán en mi descanso.”

    6. Queda, pues, que algunos han de entrar en el descanso, y no habiendo entrado los primeramente invitados a causa de su incredulidad,

    7. de nuevo señala un día, “hoy,” declarando por David, después de tanto tiempo, lo que arriba queda dicho: “Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones.”

    8. Pues si Josué los hubiera introducido en el descanso, no hablaría (David) de otro día, después de lo dicho.

    9. Por tanto, queda otro descanso para el pueblo de Dios.

    10. Y el que ha entrado en su descanso, también descansa de sus obras, como Dios descansó de las suyas.

    11. Démonos prisa, pues, a entrar en este descanso, a fin de que nadie caiga en este mismo ejemplo de desobediencia.

    12. Que la palabra de Dios es viva, eficaz y tajante, más que una espada de dos filos, y penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la medula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

    13. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes son todas desnudas y manifiestas a los ojos de aquel a quien hemos de dar cuenta.

    Jesús el gran sumo sacerdote

    14. Teniendo, pues, un gran Pontífice que penetró en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengámonos adheridos a la confesión (de nuestra fe).

    15. No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, antes fue tentado en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado.

    16. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio.