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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 10 - Nacar-Colunga

    Misión de los setenta

    1. Después de esto, designó Jesús a otros setenta y dos y los envió, de dos en dos, delante de sí, a toda ciudad y lugar adonde El había de venir,

    2. y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al amo de la mies mande obreros a su mies."

    3. Id, yo os envío como corderos en medio de lobos.

    4. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y a nadie saludéis por el camino.

    5. En cualquier casa en que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa.

    6. Si hubiere en ella un hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros."

    7. Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero es digno de su salario. No vayáis de casa en casa.

    8. En cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os fuere servido,

    9. y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros.

    10. En cualquier ciudad en que entréis y no os recibieren, salid a las plazas y decid:

    11. Hasta el polvo que de vuestra ciudad se nos pegó a los pies, os lo sacudimos, pero sabed que el Reino de Dios está cerca.

    12. Yo os digo que aquel día Sodoma será tratada con menos rigor que aquella ciudad.

    Ayes sobre las ciudades impenitentes

    13. ¡Ay de ti, Corazeín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho, tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia.

    14. Pero Tiro y Sidón serán tratadas con más blandura que vosotras en el Juicio.

    15. Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el Cielo? Hasta el Infierno serás abatida.

    16. El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.

    Regreso de los setenta

    17. Volvieron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre.

    18. El les dijo: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo.

    19. Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre toda potencia enemiga, y nada os dañará.

    20. Mas no os alegréis dé que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en los cielos."

    Jesús se regocija

    21. En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito.

    22. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo.

    23. Vuelto a los discípulos, aparte les dijo: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis,

    24. porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.

    El buen samaritano

    25. Levantóse un doctor de la Ley para tentarlo y le dijo: Maestro, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna?

    26. El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?

    27. Le contestó diciendo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo.

    28. Y le dijo: Bien has respondido. Haz esto y vivirás.

    29. El, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

    30. Tomando Jesús la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder de ladrones, que lo desnudaron, lo cargaron de azotes y se fueron, dejándole medio muerto.

    31. Por casualidad, bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndolo, pasó de largo.

    32. Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, lo vio también y pasó adelante.

    33. Pero un samaritano, que iba de camino, llegó a él, y, viéndolo, se movió a compasión,

    34. acercóse, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; lo hizo montar sobre su propia cabalgadura, lo condujo al mesón y cuidó de él."

    35. A la mañana, sacando dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él, y lo que gastes, a la vuelta te lo pagaré.

    36. ¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó en poder de ladrones?

    37. EL contestó: El que hizo con él misericordia. Contestóle Jesús: Vete y haz tú lo mismo.

    Jesús visita a Marta y a María

    38. Yendo de camino, entró en una aldea, y una mujer, Marta de nombre, lo recibió en su casa.

    39. Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

    40. Marta andaba afanada en los muchos cuidados del servicio, y, acercándose, dijo: Señor, ¿no te da enfado que mi hermana me deje a mí sola en el servicio? Dile, pues, que me ayude.

    41. Respondió el Señor y le dijo: Marta, Marta, tú te inquietas por muchas cosas; pero pocas son necesarias, o más bien, una sola."

    42. María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada.