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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 13 - Nacar-Colunga

    Arrepentíos o pereceréis

    1. Por aquel tiempo se presentaron algunos, que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían,

    2. y, respondiéndoles, dijo: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los otros por haber padecido todo esto?

    3. Yo os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis.

    4. Aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿creéis que eran más culpables que todos los hombres que moran en Jerusalén?

    5. Os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis.

    Parábola de la higuera estéril

    6. Y dijo esta parábola: Tenía uno plantada una higuera en su viña y vino en busca del fruto, y no lo halló.

    7. Dijo entonces al viñador: Van ya tres años que vengo en busca del fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala; ¿por qué ha de ocupar la tierra en balde?"

    8. Le respondió y dijo: Señor, déjala aún por este año que la cave y la abone,

    9. a ver si da fruto para el año que viene; si no, la cortarás."

    Jesús sana a una mujer en el día de reposo

    10. Enseñaba en la sinagoga un sábado.

    11. Había allí una mujer que tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse.

    12. Viéndola Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, estás curada de tu enfermedad.

    13. Le impuso las manos y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

    14. Interviniendo el jefe de la sinagoga, lleno de ira porque Jesús había curado en sábado, decía a la muchedumbre: Hay seis días en los cuales se puede trabajar; en ésos venid y curad, y no en día de sábado."

    15. Respondióle el Señor y dijo: Hipócritas, ¿cualquiera de vosotros no suelta del pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a beber?

    16. Pues esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía ligada dieciocho años ha, ¿no debía ser soltada de su atadura en día de sábado?

    17. Y diciendo esto, quedaban confundidos todos sus adversarios, y toda la muchedumbre se alegraba de las obras prodigiosas que hacía.

    Parábola de la semilla de mostaza

    18. Decía, pues: ¿A qué es semejante el reino de Dios y a qué lo compararé?

    19. Es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto, y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas.

    Parábola de la levadura

    20. De nuevo dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?

    21. Es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda.

    La puerta estrecha

    22. Recorría ciudades y aldeas, enseñando y siguiendo su camino hacia Jerusalén.

    23. Le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? El le dijo:

    24. Esforzaos a entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos serán los que busquen entrar y no podrán;"

    25. una vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. El os responderá: No sé de dónde sois.

    26. Entonces comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas.

    27. El dirá: Os repito que no sé de dónde sois. Apartaos de mí todos, obradores de iniquidad.

    28. Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera.

    29. Vendrán de Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios,

    30. y los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.

    Lamento de Jesús sobre Jerusalén

    31. En aquella hora se le acercaron algunos fariseos, diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Heredes quiere matarte.

    32. El les dijo: Id y decid a esa raposa: Yo expulso demonios y hago curaciones hoy, y las haré mañana, y al día tercero consumaré mi obra.

    33. Pues he de andar hoy, y mañana, y el día siguiente, porque no puede ser que un profeta perezca fuera de Jerusalén.

    34. Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como el ave a su nidada debajo de las alas, y no quisiste!

    35. Se os deja vuestra casa. Os digo que no me veréis hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!