1 Corintios 9 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

Los derechos de un apóstol

1. ¿No soy yo libre? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor? Si vosotros sois cristianos, ¿no es eso el fruto de mis sudores?

2. Pase que otros no me reconozcan como apóstol, pero vosotros sí debéis reconocerme, pues la garantía de mi apostolado es vuestra misma condición de cristianos.

3. Esta es precisamente mi defensa frente a mis detractores.

4. ¿Y no tengo derecho a comer a cuenta de mi trabajo?

5. ¿No tengo derecho a llevar conmigo una mujer cristiana, como hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Pedro?

6. ¿O es que Bernabé y yo somos los únicos obligados a realizar otros trabajos para ganar nuestro sustento?

7. ¿Cuándo se ha visto a un soldado hacer la guerra a costa de sus propios bienes? ¿Quién planta una viña y no come de sus frutos? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de su leche?

8. Pero no quisiera alegar razones puramente humanas. Es la propia Ley,

9. la ley de Moisés, la que abunda en lo mismo al decir: No pongas bozal al buey que trilla. ¿Y esto lo dice Dios porque le preocupen los bueyes,

10. o más bien refiriéndose a nosotros? Sin duda que está escrito en atención a nosotros, ya que, tanto el que ara como el que trilla, tienen que hacerlo con la esperanza de recibir su parte de cosecha.

11. Nosotros hemos sembrado en vuestro campo bienes espirituales; ¿será mucho pedir que cosechemos de vosotros algún bien terreno?

12. Si otros se consideran con derecho a ello, mucho más nosotros. Y, sin embargo, no hemos querido utilizar este derecho. Preferimos soportar lo que sea, a fin de no crear impedimento alguno al mensaje de Cristo

13. Bien sabéis que los ministros del culto viven de ese ministerio y que los que sirven al altar participan de las ofrendas que se hacen en él.

14. De forma semejante, el Señor dispuso que quienes anuncian el mensaje evangélico vivan de esa tarea.

15. Pero yo, ni he hecho uso de ninguno de esos derechos, ni os escribo estas líneas para que me sean reconocidos. Prefiero morir antes que nadie me arrebate este motivo de orgullo.

16. Pues de anunciar el mensaje de salvación no puedo enorgullecerme. Eso es una necesidad que se me impone, ¡y pobre de mí si no lo anunciase!

17. No puedo, pues, exigir recompensa por algo que no parte de mi propia iniciativa, sino que se me impone como tarea a realizar.

18. ¿Dónde está entonces mi recompensa? Está en el hecho de anunciar gratuitamente el mensaje de salvación, sin aprovecharme del derecho que me confiere esa misión.

19. Soy plenamente libre; sin embargo, he querido hacerme esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda.

20. Con los judíos me conduzco como judío, para ganar a los judíos. con los que se atienen a la ley de Moisés, actúo como si fuera uno de ellos con tal de ganarlos, yo que no me considero sujeto a esa ley.

21. Igualmente, ajusto mi conducta a la de aquellos que no se atienen a la ley de Moisés, con el fin de ganarlos, yo que realmente no estoy al margen de la ley de Dios, dado que mi ley es Cristo.

22. Con los poco formados en la fe, procedo como si yo también lo fuera, a ver si así los gano. A todos traté de adaptarme totalmente, para conseguir, cueste lo que cueste, salvar a algunos.

23. Todo sea por amor al mensaje de salvación, de cuyos bienes prometidos espero participar.

24. Vosotros sabéis muy bien que de todos los que participan en una competición atlética sólo uno recibe el premio. ¡Corred como para ganar!

25. Y ya veis de cuántas cosas se privan los que se entrenan con vistas a una prueba deportiva. Ellos lo hacen para conseguir una corona que se marchita; nosotros, en cambio, aspiramos a un trofeo imperecedero.

26. En cuanto a mí, no corro a ciegas, ni lucho como quien da golpes al aire .

27. Si golpeo mi cuerpo con rigor y lo someto a disciplina, es porque yo, que he enseñado a otros, no quiero quedar descalificado.