2 Corintios 11 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

1. ¿Me disculparéis si os digo unos cuantos desatinos? Estoy seguro de que sí.

2. Os quiero tanto, que me abrasan unos celos a lo divino. He hecho lo posible por desposaros en la fe con un solo marido, por presentaros a Cristo como si de una virgen pura se tratara.

3. Pero tengo miedo; la serpiente sedujo con su astucia a Eva, y temo que pervierta también vuestros pensamientos y que os apartéis de una limpia y sincera entrega a Cristo.

4. De hecho, si alguien viene y os anuncia a otro Jesús distinto del que yo os anuncié, y os hace recibir un Espíritu distinto del que recibisteis o un mensaje diferente del que abrazasteis, lo aceptáis tan a gusto.

5. ¡Pues no creo yo valer menos que esos superapóstoles!

6. Admito que carezco de elocuencia, pero no me faltan conocimientos; y bien que os lo he demostrado en las más diversas ocasiones y circunstancias.

7. ¿Estará mi culpa en haberos anunciado de balde el mensaje salvador de Dios, rebajándome yo para encumbraros a vosotros?

8. Para poder dedicarme a vuestro servicio acepté subsidios de otras iglesias, y tuve la sensación de que al hacerlo estaba explotándolas.

9. Pasé mis apuros estando entre vosotros, pero a nadie fui gravoso; los hermanos que vinieron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Y si en todo momento me cuidé de no seros gravoso, no tendré menos cuidado en adelante.

10. Por la verdad de Cristo que poseo, os aseguro que nadie en toda la provincia de Acaya me arrebatará este motivo de legítimo orgullo.

11. ¿Y creéis que lo he hecho porque no os quiero? ¡Bien sabe Dios cuánto os quiero!

12. Si actúo y pienso seguir actuando de este modo, es para desenmascarar a esos que querrían presumir de ser como yo.

13. Apóstoles falsos son esos tales, obreros postizos disfrazados de apóstoles de Cristo.

14. Y no es sorprendente: si el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz,

15. es natural que quienes le sirven se disfracen de agentes de salvación. Pero el fin que les espera es el que merecen sus acciones.

Sufrimientos de Pablo como apóstol

16. Lo repito: que nadie me tome por insensato. O, en todo caso, aceptadme como tal, y no tendréis que extrañaros de que también yo presuma un poquito .

17. En cuestión de presumir, lo que voy a decir no es posible que provenga del Señor, sino, más bien, de uno que desvaría.

18. Pero son tantos los que presumen de glorias humanas, que voy a hacerlo también yo.

19. Vosotros, siempre tan inteligentes, soportáis de buen grado a los insensatos.

20. Aunque os tiranicen, y os exploten, y os traten con arrogancia, y os golpeen en pleno rostro, todo lo soportáis.

21. No sé cómo no me avergüenzo de haberos tratado con tantos miramientos. Pero en lo que otros se atreven a presumir - ya sé que estoy diciendo desatinos - , yo no me quedo atrás.

22. ¿Que son hebreos? También yo. ¿Que pertenecen a la nación israelita? También yo.

23. ¿Que están al servicio de Cristo? Pues, aunque sea una insensatez decirlo , más lo estoy yo. Les aventajo en fatigas, en encarcelamientos, en palizas recibidas, en tantas veces como he estado al borde de la muerte.

24. Cinco veces me dieron los judíos los treinta y nueve azotes de rigor;

25. tres veces me azotaron con varas; una vez me apedrearon; naufragué tres veces, y pasé un día y una noche enteros flotando a la deriva en alta mar.

26. Los peligros que he corrido en mis muchos viajes, ni contarse pueden: al cruzar los ríos, cayendo en manos de bandidos, entre mis propios compatriotas, entre gente extraña, en la ciudad, en despoblado, en el mar, traicionado por falsos hermanos.

27. Y luego, fatigas y dificultades y no sé cuántas noches sin dormir, ni cuántos días pasando hambre y sed, y los fríos que soporté sin ropa con que cubrirme.

28. Para no seguir contando, añádase la carga diaria que supone la preocupación por todas las iglesias.

29. ¿Pues quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién es inducido a pecar sin que yo lo sienta como una quemadura?

30. Aunque, si hay que presumir, mejor sería hacerlo de aquello en que se pone de manifiesto mi debilidad.

31. El Dios y Padre de Jesús el Señor - ¡bendito sea para siempre! - sabe que no miento.

32. Estando yo en Damasco, el gobernador del rey Aretas apostó guardias en la ciudad con la intención de prenderme.

33. Pude escapar de sus manos, pero a costa de ser descolgado en un canasto a través de una ventana abierta en la muralla.