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miércoles, julio 17, 2024
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    2 Corintios 7 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    1. Tales son, queridos hermanos, las promesas que tenemos. Purifiquémonos, pues, de todo cuanto contamine el cuerpo o el espíritu y llevemos hasta el fin nuestra consagración viviendo en el temor de Dios.

    Regocijo de Pablo al arrepentirse los corintios

    2. Hacedme un hueco en vuestro corazón. A nadie agravié, a nadie arruiné, a nadie exploté.

    3. Y con esto no pretendo recriminaros. Ya os he dicho que, vivo o muerto, os llevo dentro del corazón.

    4. Tengo puesta en vosotros toda mi confianza, y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que se me ensancha el corazón y reboso de alegría, a pesar de todas mis penalidades.

    5. Tampoco cuando llegué a Macedonia pude disfrutar del más mínimo sosiego; las dificultades me acosaban por doquier: por fuera eran los conflictos; por dentro, el miedo.

    6. Pero Dios, que conforta a los deprimidos, me reanimó también a mí con la llegada de Tito.

    7. Y no fue sólo su presencia; a darme ánimos fueron, sobre todo, las buenas noticias referentes a vosotros. Me habló de vuestra añoranza por verme, de vuestras pasadas lágrimas y vuestra preocupación por mí. Esto me hizo todavía más feliz.

    8. No me pesa haberos causado tristeza con mi carta. Hubo, sí, un momento en que lo sentí, al darme cuenta de que aquella carta os entristeció, aunque sólo fuera por breve tiempo.

    9. Pero ahora me alegro, no de haberos entristecido, sino de que esa tristeza haya servido para que cambiéis de actitud. Como fue una tristeza querida por Dios, ningún daño habéis recibido de mí.

    10. Y es que la tristeza que forma parte de los planes de Dios, origina una conversión salvadora, de la que nunca tendremos que lamentarnos. En cambio, la tristeza producida por el mundo acasiona la muerte.

    11. Fijaos en los frutos que esta tristeza querida por Dios ha producido en vosotros; ¡qué manera de tomar la cosa a pecho, de presentar excusas, de sentiros indignados por lo sucedido y al mismo tiempo acobardados! ¡Qué añoranza por verme, qué preocupación por resolver el asunto, qué impaciencia por hacer justicia! Habéis demostrado, hasta donde es posible, que no tenéis culpa en ese asunto.

    12. Si, pues, os escribí aquella carta, no fue tanto por el que causó la ofensa o por el que la recibió, cuanto por brindaros la oportunidad de descubrir, por vosotros mismos y delante de Dios, hasta dónde llegaba vuestro interés por mí.

    13. Esto es lo que me ha llenado de consuelo. Esto, y más todavía, si cabe, el ver a Tito contento y satisfecho del trato recibido entre vosotros.

    14. Le dije que estaba orgulloso de vosotros, y no me habéis dejado en mal lugar; al contrario, lo mismo que no me mordí la lengua a la hora de deciros toda la verdad, debo reconocer que también responden a ella los elogios que hice a Tito acerca de vosotros.

    15. Cada vez que él recuerda con qué profundo respeto le acogisteis y cómo todos a una le prestasteis atención, crece más y más el cariño que os tiene.

    16. ¡Qué alegría para mí poder contar siempre con vosotros!