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sábado, julio 20, 2024
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    2 Crónicas 34 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Reinado de Josías

    1. Ocho años de edad tenía Josías cuando empezó a reinar, y por treinta y un años reinó en Jerusalén.

    2. Y procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová y a andar en los caminos de David su antepasado; y no se desvió a la derecha ni a la izquierda.

    Reformas de Josías

    3. Y en el año octavo de reinar, siendo todavía muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su antepasado; y en el año doce comenzó a limpiar a Judá y Jerusalén de los lugares altos y los postes sagrados y las imágenes esculpidas y las estatuas fundidas.

    4. Además, demolieron delante de él los altares de los Baales; y cortó de sobre ellos los estantes de incienso que estaban más arriba; y los postes sagrados y las imágenes esculpidas y las estatuas fundidas los hizo pedazos y los redujo a polvo, y entonces [lo] regó sobre la superficie de las sepulturas de los que solían hacerles sacrificios.

    5. Y quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares. Así limpió a Judá y Jerusalén.

    6. También, en las ciudades de Manasés y de Efraín y de Simeón y hasta Neftalí, en sus lugares devastados todo en derredor,

    7. aun fue demoliendo los altares y los postes sagrados, y las imágenes esculpidas las trituró y redujo a polvo; y todos los estantes del incienso los cortó en toda la tierra de Israel, después de lo cual regresó a Jerusalén.

    Hallazgo del libro de la ley

    8. Y en el año dieciocho de reinar, cuando hubo limpiado la tierra y la casa, envió a Safán hijo de Azalías y a Maaseya el jefe de la ciudad y a Joah hijo de Joacaz el registrador para reparar la casa de Jehová su Dios.

    9. Y ellos procedieron a ir a Hilquías el sumo sacerdote y a dar el dinero que se traía a la casa de Dios, el cual los levitas los guardas de la puerta habían recogido de la mano de Manasés y de Efraín y de todos los demás de Israel y de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén.

    10. Entonces ellos [lo] pusieron en la mano de los hacedores del trabajo que estaban nombrados sobre la casa de Jehová. A su vez, los hacedores del trabajo que estaban activos en la casa de Jehová lo emplearon para componer y reparar la casa.

    11. De manera que ellos lo dieron a los artífices y a los constructores para que compraran piedras labradas y maderas para sujetadores y para edificar con vigas las casas que los reyes de Judá habían arruinado.

    12. Y los hombres estaban actuando con fidelidad en el trabajo; y sobre ellos estaban nombrados Jáhat y Abdías los levitas, de los hijos de Merarí, y Zacarías y Mesulam, de los hijos de los qohatitas, para servir de superintendentes. Y los levitas, cada uno de los cuales era perito en [tocar] los instrumentos de canto,

    13. estaban sobre los cargadores de cargas, y [eran] los superintendentes de todos los hacedores del trabajo para los diferentes servicios; y de los levitas había secretarios y oficiales y porteros.

    14. Ahora bien, mientras estaban sacando el dinero que se traía a la casa de Jehová, Hilquías el sacerdote halló el libro de la ley de Jehová por la mano de Moisés.

    15. Por lo tanto, Hilquías respondió y dijo a Safán el secretario: “El mismísimo libro de la ley he hallado en la casa de Jehová”. Con eso, Hilquías dio el libro a Safán.

    16. Entonces Safán trajo el libro al rey y respondió más detalladamente al rey, diciendo: “Todo lo que ha sido puesto en la mano de tus siervos, lo están haciendo.

    17. Y vacían el dinero que se halla en la casa de Jehová y lo ponen en la mano de los hombres nombrados y en la mano de los hacedores del trabajo”.

    18. Y Safán el secretario pasó a dar informe al rey, diciendo: “Hay un libro que Hilquías el sacerdote me dio”. Y Safán se puso a leer de él delante del rey.

    19. Y aconteció que en cuanto el rey oyó las palabras de la ley, inmediatamente rasgó sus prendas de vestir.

    20. Entonces el rey dio orden a Hilquías y a Ahiqam hijo de Safán y a Abdón hijo de Miqueas y a Safán el secretario y a Asaya el siervo del rey, y dijo:

    21. “Vayan, inquieran de Jehová a favor de mí mismo y a favor de lo que queda en Israel y en Judá respecto a las palabras del libro que se ha hallado, porque grande es la furia de Jehová que tiene que derramarse contra nosotros debido al hecho de que nuestros antepasados no guardaron la palabra de Jehová por medio de hacer todo lo que está escrito en este libro”.

    22. Por lo tanto, Hilquías junto con los que el rey [había dicho] fueron a Huldá la profetisa, la esposa de Salum hijo de Tiqvá hijo de Harhás el cuidador de las prendas de vestir, puesto que ella moraba en Jerusalén en el segundo barrio; y procedieron a hablarle conforme a esto.

    23. A su vez, ella les dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘Digan al hombre que los envió a mí:

    24. “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘¡Mira!, voy a traer calamidad sobre este lugar y sus habitantes, todas las maldiciones que están escritas en el libro que ellos leyeron delante del rey de Judá,

    25. debido a que me han dejado y se han puesto a hacer humo de sacrificio a otros dioses, a fin de ofenderme con todos los hechos de sus manos y para que mi furia se derrame sobre este lugar y no se extinga’”.

    26. Y al rey de Judá, que los envía a inquirir de Jehová, esto es lo que deben decirle: “Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘En cuanto a las palabras que has oído,

    27. por razón de que tu corazón estuvo blando de manera que te humillaste a causa de Dios al oír sus palabras acerca de este lugar y sus habitantes, y te humillaste delante de mí y rasgaste tus prendas de vestir y lloraste delante de mí, yo, sí, yo, he oído, es la expresión de Jehová.

    28. ¡Mira!, te voy a recoger a tus antepasados, y ciertamente serás recogido a tu cementerio en paz, y tus ojos no mirarán toda la calamidad que voy a traer sobre este lugar y sus habitantes’”’”. Entonces llevaron la respuesta al rey.

    29. Y el rey procedió a enviar y a reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

    30. El rey ahora subió a la casa de Jehová con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén y los sacerdotes y los levitas y todo el pueblo, el grande lo mismo que el pequeño; y se puso a leer a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto, que se había hallado en la casa de Jehová.

    31. Y el rey se quedó de pie en su lugar y procedió a celebrar el pacto ante Jehová, de ir siguiendo a Jehová y de guardar sus mandamientos y sus testimonios y sus disposiciones reglamentarias con todo su corazón y con toda su alma, para ejecutar las palabras del pacto que estaban escritas en este libro.

    32. Además, hizo que todos los que se hallaban en Jerusalén y Benjamín se levantaran [en apoyo del pacto]. Y los habitantes de Jerusalén procedieron a hacer conforme al pacto de Dios, el Dios de sus antepasados.

    33. Después de aquello Josías quitó todas las cosas detestables de todas las tierras que pertenecían a los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel emprendieran el servicio, para servir a Jehová el Dios de ellos. Durante todos los días de él, no se desviaron de seguir a Jehová el Dios de sus antepasados.