33.4 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Juan 11 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Muerte de Lázaro

    1. Ahora bien, estaba enfermo cierto hombre, Lázaro de Betania, de la aldea de María y de Marta su hermana.

    2. Esta fue, de hecho, la María que untó al Señor con aceite perfumado y le enjugó los pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.

    3. Por lo tanto, sus hermanas le despacharon un recado, diciendo: “Señor, ¡mira!, está enfermo aquel a quien le tienes cariño”.

    4. Pero cuando Jesús lo oyó, dijo: “Esta enfermedad no tiene la muerte como su objeto, sino que es para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios sea glorificado mediante ella”.

    5. Ahora bien, Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro.

    6. Sin embargo, cuando oyó que este estaba enfermo, entonces realmente permaneció dos días en el lugar donde estaba.

    7. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: “Vamos otra vez a Judea”.

    8. Los discípulos le dijeron: “Rabí, hace poco procuraban apedrearte los de Judea, ¿y vas allá otra vez?”.

    9. Jesús contestó: “Hay doce horas de luz del día, ¿no es verdad? Si alguien anda en la luz del día no choca contra nada, porque ve la luz de este mundo.

    10. Pero si alguien anda de noche, choca contra algo, porque la luz no está en él”.

    11. Dijo estas cosas, y después de esto les dijo: “Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”.

    12. Por lo tanto los discípulos le dijeron: “Señor, si está descansando, recobrará la salud”.

    13. Sin embargo, Jesús había hablado de la muerte de aquel. Pero ellos se imaginaban que él estaba hablando de descansar en el sueño.

    14. Entonces, por lo tanto, Jesús les dijo francamente: “Lázaro ha muerto,

    15. y me regocijo, por causa de ustedes, de que yo no haya estado allí, a fin de que ustedes crean. Pero vamos a él”.

    16. Por eso Tomás, que se llamaba El Gemelo, dijo a sus condiscípulos: “Vamos nosotros también, para que muramos con él”.

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Por consiguiente, cuando Jesús llegó, halló que hacía ya cuatro días que aquel estaba en la tumba conmemorativa.

    18. Pues bien, Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros de allí.

    19. Así que muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para confortarlas respecto a su hermano.

    20. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a su encuentro; pero María se quedó sentada en casa.

    21. Marta entonces dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.

    22. Y sin embargo, actualmente sé que cuantas cosas pidas a Dios, Dios te las dará”.

    23. Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”.

    24. Marta le dijo: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día”.

    25. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir;

    26. y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?”.

    27. Ella le dijo: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, Aquel que viene al mundo”.

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Y cuando ella hubo dicho esto, se fue y llamó a María su hermana, diciendo secretamente: “El Maestro está presente, y te llama”.

    29. Esta, cuando oyó esto, se levantó pronto y se encaminó a él.

    30. Jesús, de hecho, aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él.

    31. Por lo tanto, los judíos que estaban con ella en la casa, y que la confortaban, al ver que María se levantó pronto y salió, la siguieron, pensando que iba a la tumba conmemorativa para llorar allí.

    32. Así que María, cuando llegó a donde Jesús estaba y alcanzó a verlo, cayó a sus pies, y le dijo: “Señor, si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

    33. Jesús, pues, cuando la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando, gimió en el espíritu y se perturbó;

    34. y dijo: “¿Dónde lo han puesto?”. Ellos le dijeron: “Señor, ven y ve”.

    35. Jesús cedió a las lágrimas.

    36. Por eso los judíos empezaron a decir: “Mira, ¡cuánto cariño le tenía!”.

    37. Pero algunos de ellos dijeron: “¿No pudiera este [hombre], que abrió los ojos al ciego, haber impedido que este muriera?”.

    Resurrección de Lázaro

    38. Así que Jesús, después de gemir otra vez en sí mismo, vino a la tumba conmemorativa. Era, de hecho, una cueva, y había una piedra recostada contra ella.

    39. Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del fallecido, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días”.

    40. Jesús le dijo: “¿No te dije que si creías habrías de ver la gloria de Dios?”.

    41. Por lo tanto, quitaron la piedra. Entonces Jesús alzó los ojos hacia el cielo y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has oído.

    42. Cierto, yo sabía que siempre me oyes; pero a causa de la muchedumbre que está de pie en derredor hablé, a fin de que crean que tú me has enviado”.

    43. Y cuando hubo dicho estas cosas, clamó con fuerte voz: “¡Lázaro, sal!”.

    44. El [hombre] que había estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir”.

    El complot para matar a Jesús

    45. Por eso, muchos de los judíos que habían venido a María y que contemplaron lo que él había hecho pusieron fe en él;

    46. pero algunos de ellos se fueron a los fariseos y les dijeron las cosas que Jesús había hecho.

    47. Por consiguiente, los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el Sanedrín y empezaron a decir: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales?

    48. Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación”.

    49. Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada,

    50. y no raciocinan que les es de provecho a ustedes que un solo hombre muera en el interés del pueblo, y no que la nación entera sea destruida”.

    51. Esto, sin embargo, no lo dijo por sí mismo; sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús estaba destinado a morir por la nación,

    52. y no por la nación solamente, sino para que a los hijos de Dios que están esparcidos también los reuniera en uno.

    53. Por eso, desde aquel día entraron en consejo para matarlo.

    54. Así que Jesús ya no andaba en público entre los judíos, sino que partió de allí al país cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín, y permaneció allí con los discípulos.

    55. Ya estaba cerca la pascua de los judíos, y mucha gente del país subió a Jerusalén, antes de la pascua, a fin de limpiarse ceremonialmente.

    56. Entonces iban buscando a Jesús y se decían unos a otros mientras estaban de pie en el templo: “¿Qué opinan ustedes? ¿Que ni siquiera vendrá a la fiesta?”.

    57. En todo caso, los sacerdotes principales y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba, [lo] expusiera, a fin de prenderlo.