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domingo, agosto 18, 2024
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    Marcos 5 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    El endemoniado gadareno

    1. Y vinieron a la otra orilla del mar, a la región de los gadarenos.

    2. Y como salió él de la barca, luego vino de los sepulcros a su encuentro, un hombre con espíritu inmundo,

    3. que tenía la morada en los sepulcros, y ni con cadenas podía nadie ligarlo,

    4. por haber sido atado muchas veces con grillos y cadenas, y haber sido rotas por él las cadenas, y hechos pedazos los grillos, y nadie podía domarle.

    5. Y todo el tiempo, de noche y de día, en los montes y en los sepulcros estaba dando voces, e hiriéndose a sí mismo con piedras.

    6. Viendo a Jesús de lejos, corrió y se postró ante él,

    7. y clamando a gran voz dijo: ¿Qué tengo que ver contigo, hijo del Dios supremo? Por Dios te conjuro que no me atormentes;

    8. porque le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.

    9. Y preguntóle: ¿Cuál es tu nombre? Y respondió: Legión es mi nombre, porque somos muchos.

    10. Y le rogaba mucho que no los echase fuera de la región.

    11. Había allí por el monte una gran piara de cerdos paciendo

    12. Y le rogaron los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que en ellos entremos.

    13. Y se lo permitió en el acto Jesús. ]Y saliendo los espíritus inmundos entraron en los cerdos, y se precipitó la piara por el despeñadero al mar (como dos mil), y se ahogaron en el mar.

    14. Los que los guardaban huyeron y llevaron la noticia a la ciudad y a los campos. Y salieron a ver qué era lo que había sucedido.

    15. Y vienen a Jesús, y observan al endemoniado sentado y vestido y en su cabal juicio, al que había tenido la legión, y fueron atemorizados.

    16. Y les contaron los que lo vieron, cómo fué al endemoniado, y lo de los cerdos.

    17. Y empezaron a rogarle que se partiese de los términos de ellos.

    18. Y entrando él en la barca, le rogaba el que fué endemoniado para que estuviese con él.

    19. Y Jesús no le dejó, mas dícele: Vuelve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuantas cosas el Señor te hizo y que se compadeció de ti.

    20. Y se fué y empezó a publicar en la Decápolis todo lo que le hizo Jesús, y todos se maravillaban.

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    21. Y habiendo atravesado Jesús en la barca de nuevo a la otra banda se juntó mucha gente a él, y él estaba cerca del mar.

    22. Y he aquí viene uno de los jefes de la sinagoga, por nombre Jairo. Y viéndole, cae a sus pies,

    23. y le rogaba mucho diciendo: Mi hijita está en los últimos, que vengas y pongas sobre ella las manos para que sea salvada y viva.

    24. Y fué con él, y le seguía mucha gente, y lo apretaban.

    25. Y una mujer que estaba con hemorragia durante doce años

    26. y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y no había adelantado nada, más bien había ido de mal en peor,

    27. oyendo hablar de Jesús, vino en la muchedumbre, por detrás, y tocó su manto,

    28. porque decía: si tocare sus vestidos, seré sanada.

    29. Y luego fué secada la fuente de su sangre y conoció en su cuerpo que estaba curada del azote.

    30. Y en el acto, Jesús, conociendo en sí mismo la fuerza que había salido de él, volviéndose en la multitud, decía: ¿Quién me tocó los vestidos?

    31. Y decíanle sus discípulos: Ves la multitud que te aprieta, y dices: ¿Quién me tocó?

    32. Y miraba alrededor para ver a la que hizo esto.

    33. La mujer atemorizada y temblando, sabiendo lo que se había hecho en ella, vino y postróse delante de él y le dijo toda la verdad.

    34. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y sé sana de tu azote.

    35. Mientras que él hablaba, vienen de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija murió. ¿Por qué molestas más al maestro?

    36. Pero Jesús, oyendo lo que hablaban, dijo al jefe de la sinagoga: No temas, solamente cree.

    37. Y no dejó a nadie acompañarle, sino a Pedro, a Jacobo y a Juan el hermano de Jacobo.

    38. Y viene a la casa del jefe, y observa el alboroto, gente que lloraba y daba muchos alaridos.

    39. Y entrando díceles: ¿Por qué os alborotáis y lloráis? La niña no murió, sino duerme.

    40. Y se reían de él. Echándolos fuera a todos, toma al padre de la niña y la madre, y a los que estaban con él, y entra adonde estaba la niña acostada.

    41. Y tomando de la mano la niña, dícele: ¡Talita, kumi! lo que es traducido: Niña, te digo, despiértate.

    42. Y luego se levantó la niña, y andaba, porque era de doce años; y se asombraron mucho.

    43. Jesús le encareció mucho que nadie supiese esto, y dijo que le fuese dado de comer.