Marcos 8 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)Alimentación de los cuatro mil1. En aquellos días, habiendo otra vez mucha gente, y no teniendo ellas qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: 2. Soy conmovido por la muchedumbre, porque ya tres días ha que me acompañan y no tienen qué comer, 3. y si los despidiere ayunos a sus casas, desfallecerán en el camino, porque algunos de ellos de lejos vienen. 4. Y le respondieron sus discípulos: ¿De dónde podrá uno aquí saciar de pan a éstos en un desierto? 5. Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. ° 6. Y mandó a la multitud recostarse sobre la tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió y daba a sus discípulos para que los pusiesen delante, y ellos los pusieron delante a la muchedumbre. 7. Y tenían también unos pocos pececillos. Y bendiciendo a Dios, dijo que también ellos se pusiesen delante. 8. Comieron y fueron saciados. Y alzaron de los pedazos sobrantes siete espuertas, 9. y eran los que comían como cuatro mil; y los despidió. 10. En seguida entrando en la barca con sus discípulos, vino a los partidos de Dalmanuta, La demanda de una señal11. y salieron los fariseos, y empezaron a discutir con él, pidiendo de él señal del cielo, tentándole. 12. Y suspirando en su espíritu, dijo: ¿Por qué busca señal esta generación? De cierto os digo que no será dada señal a esta generación. 13. Y dejándolos, volviendo a entrar en la barca, se fué a la otra banda. La levadura de los fariseos14. Y se olvidaron de tomar panes, y no tenían consigo en la barca, sino un solo pan. 15. Y Jesús les amonestaba, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. 16. Y discutían los unos con los otros, diciendo: Es porque no tenemos panes. 17. Y entendiéndolo Jesús les dijo: ¿Por qué discurrís que no tenéis panes? ¿Todavía no entendéis, ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? 18. ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos, no oís? 19. Y no os acordáis cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántos cestos llenos de pedazos alzasteis? Dícenle: Doce. 20. Y cuando los siete para los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de pedazos alzasteis? Ellos dijeron: Siete. 21. Y les decía: ¿Cómo no entendéis aún? Un ciego sanado en Betsaida22. Y llega a Betsaída, y tráenle un ciego, y le ruegan que le toque. 23. Y tomando de la mano al ciego, le llevó fuera de la aldea; y escupiendo en sus párpados, poniéndole las manos encima, le pregunta si ve algo. 24. Y alzando los ojos decía: Veo a los hombres, que como árboles los veo andando. 25. Después otra vez puso las manos sobre los ojos de él y fué restablecido, y veía distintamente todo 26. y le envió a su casa, diciendo: Ni en la aldea entres, ni lo digas a nadie. La confesión de Pedro27. Y salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesárea de Filipo; y en el camino preguntaba a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que soy? 28. Y ellos respondieron: que Juan, el bautista, y otros, que Elias, y otros que uno de los profetas. 29. Y él les dice: Y vosotros ¿quién decís que soy? Respondiendo le dice: Tú eres el Cristo. 30. Y les intimó que a nadie lo dijesen de él. Jesús anuncia su muerte31. Y comenzó a enseñarles que es menester que el hijo del hombre padezca mucho, y sea reprobado de los ancianos y principales sacerdotes y escribas, y sea matado, y que después de tres días se levante. 32. Y con franqueza hablaba. 33. Y tomándole aparte, Pedro comenzó a reconvenirle. El, volviéndose y viendo a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: j Atrás de mí, Satanás porque no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres! Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: 34. Si alguno quiere venir en pos de mí, niegúese a sí mismo, y lleve su cruz, y sígame, 35. porque el que quiere salvar su vida, la perderá, y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36. ¿Qué pues aprovechará a un hombre si ganare el mundo entero, y perdiere su alma? 37. o ¿qué dará un hombre en cambio de su alma? 38. El, pues, que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre, con los santos ángeles. |