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sábado, agosto 17, 2024
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    Mateo 23 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    Jesús acusa a escribas y fariseos

    1. Entonces Jesús habló a las gentes y a sus discípulos,

    2. diciendo: En la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos.

    3. Todo pues cuanto os dijeren que guardareis, guardadlo y hacedlo; mas conforme a las obras de ellos no hagáis, porque dicen y no hacen.

    4. Atan, en efecto, cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, mas ni con su dedo quieren moverlas.

    5. Todas sus obras las hacen para ser mirados de los hombres, porque ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus vestidos,

    6. y quieren los primeros divanes en las cenas y las primeras sillas en las sinagogas,

    7. y los saludos en las plazas, y rabíes ser llamados por los hombres.

    8. Mas vosotros no seáis llamados rabíes, porque uno es de vosotros el maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.

    9. Y padre de vosotros no llaméis a nadie sobre la tierra, porque uno es el Padre de vosotros, el que está en los cielos.

    10. Ni seáis llamados directores, porque uno es el director de vosotros, el Cristo,

    11. el mayor de vosotros será de vosotros servidor.

    12. Quien ensalzare a sí mismo, será humillado, y cualquiera que se humillare a sí mismo, será ensalzado.

    13. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; vosotros, pues, no entráis, ni a los que entran dejáis entrar!

    14. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas; porque devoráis las casas de las viudas, y por pretexto haciendo largas oraciones! Por tanto recibiréis mayor juicio.

    15. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un solo prosélito, y cuando está hecho, lo hacéis hijo del Gehena, dos veces más que vosotros.

    16. ¡Ay de vosotros, guías ciegos! los que decís: Quien jurare por el templo, nada es; mas si jurare por el oro del templo, es obligado.

    17. ¡Insensatos y ciegos! ¿qué, pues, es mayor? ¿el oro o el templo que santifica al oro?

    18. Y, quien jurare por el altar, nada es; mas el que jurare por el don que está sobre él, es obligado.

    19. ¡Necios y ciegos! ¿qué es mayor, el don o el altar que" santifica el don?

    20. El pues, que juró por el altar, jura por él y por todas las cosas que están sobre él.

    21. Y el que juró por el templo, jura por el que mora en él.

    22. Y el que juró por el cielo, jura por el trono de Dios, y por el que está sentado sobre él.

    23. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la hierbabuena, y el eneldo, y el comino, y habéis dejado lo más importante de la Ley: el juicio, y la misericordia, y la buena fe. Estas cosas debíais hacerlas, y no dejar aquéllas.

    24. ¡Guías ciegos! los que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!

    25. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, mas por dentro están llenos de rapiña e intemperancia.

    26. ¡Fariseo ciego! limpia primero el interior del vaso y del plato, para que también sea limpio el exterior de ellos.

    27. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque semejáis a sepulcros blanqueados, los cuales por fuera parecen hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de cadáveres y de toda impureza.

    28. Así también vosotros, por de fuera parecéis justos a los hombres, mas por de dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

    29. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,

    30. y decís: Si estuviéramos en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido cómplices de ellos en la muerte de los profetas,

    31. de suerte que dais a vosotros mismos testimonio de que sois hijos de los que asesinaron a los profetas,

    32. y vosotros llenasteis la medida de vuestros padres.

    33. ¡Serpientes, crías de víboras! ¿cómo huiréis del juicio del Gehena?

    34. Por tanto, he aquí yo envío a vosotros profetas, sabios y escribas, y de ellos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad,

    35. de manera que venga sobre vosotros toda sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al cual asesinasteis entre el templo y el altar.

    36. De cierto os digo: Vendrán todas estas cosas sobre esta generación.

    Lamento de Jesús sobre Jerusalén

    37. ¡Jerusalen, Jerusalem! tú que matas a los profetas y apedreas a los que fueron enviados a ti, ¡cuántas veces quise juntar a tus hijos, de la manera que una gallina junta a sus pollos bajo las alas, y no quisisteis.

    38. He aquí, os es dejada desierta vuestra casa.

    39. Os digo, pues, que no me veréis desde ahora hasta que digáis: Bendecido el que viene en nombre del Señor (Sal. 118:26).