Mateo 8 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)Jesús sana a un leproso1. Al bajar Jesús del monte, le siguieron muchas gentes. 2. Y he aquí un leproso viniendo, y se posternaba delante de. el, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 3. Y extendiendo la mano, Jesús le tocó diciendo: Quiero, sé limpiado y al instante fué limpiado de la lepra, 4. y le dijo Jesús: Mira que a nadie lo digas; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el don que mandó Moisés, en testimonio a ellos. Jesús sana al siervo de un centurión5. Entrado Jesús en Capernaum, se acercó un centurión, rogándole 6. y diciendo: Señor, mi criado está acostado en la casa, paralítico, gravemente atormentado. 7. Jesús le dijo: Yo iré y le curaré. 8. Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techo, mas solamente dilo de palabra y será sanado mi criado, 9. y pues yo soy hombre bajo autoridad, teniendo bajo de mí soldados, y digo a éste: ve, y va; y a otro: ven, y viene; y a mi esclavo; haz esto, y lo hace. 10. Oyéndolo, Jesús se maravilló, y dijo a los que seguían: De cierto os digo que ni en Israel hallé tanta fe. 11. Os digo que muchos vendrán del Oriente y del Occidente, y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12. mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 13. Y dijo Jesús al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y fué sanado el criado de él en aquella hora. Jesús sana a la suegra de Pedro14. Y viniendo Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de él acostada y con fiebre. 15. Y le tocó la mano, y la dejó la fiebre. Y ella levantóse y los servía. 16. Y venida la tarde, trajeron a él muchos endemoniados, y echó fuera a los espíritus con palabra, y curó a todos los que estaban mal, 17. de modo que fué cumplido lo dicho por Isaías el profeta (53:4), que dice: El tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias. Los que querían seguir a Jesús18. Viendo Jesús mucha gente alrededor de sí, mandó pasar a la otra ribera. 19. Y acercándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré a donde quiera que fueres. 20. Y le dice Jesús: Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo guaridas, mas el hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. 21. Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme primeramente ir a enterrar a mi padre. 22. Y Jesús le dijo: Sigúeme, y deja a los muertos enterrar a sus muertos. Jesús calma la tempestad23. Entrando él en un barco, le siguieron sus discípulos. 24. Y he aquí vino una grande tempestad en el mar, de modo que la barca estaba cubierta por las olas, mas él dormía. 25. Y acercándose sus discípulos, le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, perecemos. 26. Y les dice: ¡Qué miedosos sois, hombres de poca fe! Entonces levantándose increpó a los vientos y el mar, y se hizo bonanza grande. 27. Los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Cuál es éste que los vientos y el mar le obedecen? Los endemoniados gadarenos28. Y a la otra ribera habiendo llegado él, a la tierra de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, muy furiosos, de tal manera que nadie podía pasar por aquel camino. 29. Y he aquí gritaron diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, hijo de Dios? ¿Viniste aquí antes de tiempo a atormentarnos? 30. Había lejos de ellos una piara de muchos cerdos paciendo. 31. Los demonios le rogaban diciendo: Si nos echas fuera, mándanos a la piara de los cerdos. 32. Y les dijo: Id. Saliendo ellos fueron a la piara de los puercos; y he aquí toda la piara de los cerdos se precipitó por el despeñadero en el mar, y perecieron en las aguas. 33. Los que apacentaban huyeron, y entrando en la ciudad, lo contaron todo, y lo de los endemoniados. 34. Y he aquí toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y viéndole le rogaron que se alejase de sus comarcas. |