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sábado, agosto 17, 2024
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    Hechos 17 - Peshita (Nuevo Testamento)

    El alboroto en Tesalónica

    1. Después de pasar por las ciudades de Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos,

    2. y Pablo, según su costumbre, entró y estuvo con ellos hablándoles de las Escrituras durante tres días de reposo,

    3. explicando y demostrando que el Cristo sufriría y resucitaría de entre los muertos, y les dijo: Este Jesús que les anuncio es el Cristo.

    4. Y habiendo creído algunos de ellos, se unieron a Pablo y a Silas juntamente con muchos de los griegos que reverenciaban a Dios, y también muchas mujeres nobles,

    5. y los judíos se llenaron de envidia, y reunieron para sí hombres perversos de las calles de la ciudad e hicieron una gran turba alborotando a la ciudad. Y viniendo, tomaron por asalto a la casa de Jasón, porque pretendían sacarlos de allí y entregarlos a la muchedumbre,

    6. pero cuando no los encontraron allí, arrastraron a Jasón y a los hermanos que estaban allí, y los trajeron delante de las autoridades de la ciudad, gritando: ¡Estos son los que han provocado disturbios en toda la tierra, y también ahora han llegado acá!

    7. Y este Jasón los ha acogido, y todos estos están contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús.

    8. Al escuchar estas cosas, las autoridades de la ciudad y todo el pueblo, se perturbaron.

    9. Y recibieron fianza de Jasón y también de los hermanos, y luego los pusieron en libertad.

    Pablo y Silas en Berea

    10. Entonces los hermanos mandaron de inmediato a Pablo y a Silas de noche hasta la ciudad de Berea, y una vez que llegaron allí, entraron en la sinagoga de los judíos,

    11. porque los judíos de allí eran más nobles que los judíos de Tesalónica, y escuchaban con alegría la palabra de ellos cada día, discerniendo mediante las Escrituras si estas cosas eran así.

    12. Y creyeron muchos de ellos, así como también de los griegos muchos hombres y mujeres distinguidos.

    13. Pero sabiendo los judíos de Tesalónica que en la ciudad de Berea la palabra de Dios había sido anunciada por Pablo, fueron también allá, y no dejaron de agitar y alborotar al pueblo.

    14. Entonces los hermanos mandaron a Pablo para que se dirigiera hasta el mar, pero Silas y Timoteo permanecieron en esa ciudad.

    15. Y los que acompañaban a Pablo fueron con él hasta la ciudad de Atenas, y después de que salieron de estar con él, recibieron una carta de parte de él para Silas y Timoteo diciéndoles que fueran rápidamente a él.

    Pablo en Atenas

    16. Y estando Pablo esperando en Atenas, se enardecía en su espíritu cuando veía a toda la ciudad llena de ídolos,

    17. y hablaba en la sinagoga con los judíos y con los que reverenciaban a Dios, y en la plaza cada día con los que se encontraban presentes,

    18. y también contendían con él los filósofos de la doctrina de Epicuro, y otros llamados estoicos, y algunos de ellos decían: ¿Qué desea este charlatán? Y otros decían: Proclama a dioses extraños, porque les anunciaba a Jesús y su resurrección.

    19. Entonces lo tomaron y lo trajeron ante la corte, que era llamada Areópago, y le decían: ¿Podemos saber qué nueva doctrina es esta que tú proclamas?

    20. porque difundes palabras extrañas a nuestros oídos. Por tanto, deseamos saber qué significan estas cosas.

    21. (Porque todos los atenienses y los extranjeros que allí llegaban no se ocupaban en otra cosa que en decir o escuchar algo nuevo).

    22. Y poniéndose Pablo de pies en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, veo que en todo son ustedes los más grandes adoradores de espíritus malignos,

    23. porque mientras yo pasaba y veía el templo donde adoran, encontré un altar que tenía esta inscripción: "AL DIOS DESCONOCIDO". Por tanto, al que ustedes adoran aunque no lo conocen, es el mismo que yo les anuncio,

    24. porque el Dios que hizo el mundo y todo cuanto hay en él, siendo el Señor de los cielos y de la Tierra, no mora en templos construídos por manos,

    25. ni es ministrado por manos humanas, ni necesita de nada, porque Él es quien da la vida y el alma a toda persona persona,

    26. y ha hecho todo el mundo de los hombres de una sangre, para que moren sobre la superficie de toda la Tierra, y por su mandato estableció las estaciones y puso los límites al lugar de morada de los hombres,

    27. para que busquen e investiguen acerca de Dios y lo encuentren a través de sus creaciones, porque ciertamente Él no está lejos de ninguno de nosotros,

    28. porque en Él vivimos y nos movemos y somos, así como también algunos de los sabios que están entre ustedes han declarado: "Porque somos de origen suyo".

    29. Ahora pues, varones, por cuanto nuestro origen es de Dios, no debemos pensar que la Deidad se asemeja al oro o a la plata o a la piedra esculpida por la habilidad o el conocimiento humano.

    30. Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de extravío, ahora ordena a todos los hombres que en todas partes todo hombre se arrepienta,

    31. porque ha establecido un día en el cual con justicia habrá de juzgar a toda la Tierra, por medio del Hombre a quien Él ha designado y que hace volver a su fe a cualquiera, porque lo ha resucitado de entre los muertos.

    32. Pero al escuchar ellos de la resurrección de los mueros, algunos hacían mofa, y otros decían: En otra ocasión te escucharemos acerca de esto.

    33. Y de este modo, Pablo salió de entre ellos,

    34. y algunos de ellos lo siguieron y creyeron, uno de los cuales era Dionisio, de los jueces del Areópago, y una mujer cuyo nombre era Dámaris, y otros junto con ellos.