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viernes, agosto 16, 2024
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    Hechos 5 - Peshita (Nuevo Testamento)

    Ananías y Safira

    1. Pero cierto varón cuyo nombre Ananías, juntamente con su esposa Safira, vendió su campo,

    2. y habiendo sustraído una parte de su precio, la ocultó, estando enterada su esposa, y trajo lo que le sobró del dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

    3. Entonces Simón le dijo: Ananías, ¿por qué Satanás llenó tu corazón de esta manera para que mintieras al espíritu santo y ocultaras una parte del precio del Campo?

    4. ¿Acaso no era tuyo antes de que lo vendieras? Y una vez vendido, ¿no tenías autoridad también sobre su precio? ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer tal cosa? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

    5. Habiendo Ananías escuchado estas palabras, cayó y murió, y un gran temor sobrevino a todos los que oyeron.

    6. Y se levantaron unos jóvenes de entre ellos y lo recogieron, y habiéndolo sacado lo sepultaron.

    7. Después de tres horas, entró también su esposa, ignorando lo que había sucedido.

    8. Y Simón le dijo: Dime, ¿vendieron el campo en tal precio? Ella respondió: Sí, en ese precio.

    9. Simón le dijo: Por cuanto acordaron provocar al espíritu de Yahweh, he aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y ellos te sacarán a tí.

    10. Y en ese momento ella cayó a los pies de ellos y murió, y entrando los jóvenes la encontraron muerta. Y recogiéndola, la sacaron y la sepultaron junto a su marido.

    11. Y sobrevino un gran temor a toda la Iglesia y a todos los que se enteraron.

    Muchas señales y maravillas

    12. Y muchos milagros y prodigios eran hechos mediante los apóstoles entre el pueblo, y todos estaban congregados unánimes en el pórtico de Salomón.

    13. Y ninguno de los demás se atrevía a acercarse a ellos, pero el pueblo los engrandecía.

    14. Pero la cantidad de los que creían en el Señor iba en aumento, una multitud de hombres y de mujeres,

    15. de tal modo que sacaban a los enfermos a las calles y los ponían en camillas, para que al pasar Simón, por lo menos su sombra cayera sobre ellos.

    16. Y venían muchos a ellos de otras ciudades circunvecinas de Jerusalén, y traían enfermos y a los que tenían espíritus inmundos, y todos ellos eran sanados.

    Pedro y Juan son perseguidos

    17. Entonces el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, que eran de la doctrina de los saduceos, se llenaron de envidia,

    18. y echaron mano a los apóstoles, aprehendiéndolos y encerrándolos en la prisión.

    19. Entonces un ángel de Yahweh, abriendo la puerta de la cárcel durante la noche, los sacó, y les dijo:

    20. Vayan, y poniéndose de pie en el templo, hablen al pueblo todas estas palabras de salvación.

    21. Y al romper el alba salieron y entraron al templo y enseñaban. Entonces el sumo sacerdote y los que lo acompañaban, llamando a sus compañeros y a los ancianos de Israel, mandaron a unos a la prisión para que trajeran a los apóstoles,

    22. y cuando fueron los que habían sido enviados, al no encontarlos en la prisión, se regresaron,

    23. diciendo: Encontramos la prisión cerrada con seguridad y también a los guardias firmes ante las puertas, y las abrimos, pero no encontramos allí a nadie.

    24. Habiendo escuchado los principales sacerdotes y dirigentes del templo estas palabras, estaban perplejos en cuanto a ellos, y pensaban: ¿Qué será esto?

    25. Entonces vino un varón y les informó: Los hombres que ustedes encerraron en la cárcel, he aquí están en el templo y enseñan al pueblo.

    26. Entonces los dirigentes fueron con los guardias a traerlos, pero no con violencia, porque tenían temor al pueblo, no fuera que los apedrearan.

    27. Y una vez que los trajeron, hicieron que se presentaran ante el concilio en pleno, y el sumo sacerdote comenzó a hablar:

    28. ¿No les ordenamos terminantemente que no enseñaran a nadie en este nombre?; pero he aquí que ustedes han inundado a Jerusalén de su enseñanza, y además quieren traer contra nosotros la sangre de este hombre.

    29. Simón contestó junto con los apóstoles, y les dijo: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

    30. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte clavándolo en una cruz.

    31. A este mismo, Dios lo ha constituído Príncipe y Salvador, y lo ha exaltado con su diestra para conceder a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

    32. Y nosotros somos testigos de estas palabras, y también el espíritu santo, a quien Dios ha dado a los que creen en Él.

    33. Al escuchar ellos estas palabras, se encendieron en ira, y maquinaban para darles muerte.

    34. Y levantándose uno de los fariseos era Gamaliel, maestro de la ley y respetado por el pueblo entero, ordenó que sacaran afuera a los apóstoles por un momento.

    35. Luego les dijo: Varones israelitas, tengan cuidado de ustedes mismos y vean qué es lo que deben hacer en cuanto a estos varones.

    36. Porque antes de este tiempo se levantó Teudas diciendo acerca de sí mismo que él era alguien importante. Tras este fueron aproximadamente cuatrocientos hombres, pero a él le dieron muerte, y los que los seguían fueron esparcidos y reducidos a nada.

    37. Posteriormente a él se levantó Judas el galileo, en los días en que los hombres se inscribían para el censo, e hizo desviar a mucho pueblo tras de sí. Pero murió, y todos los que habían ido en pos de él fueron esparcidos.

    38. Por lo cual yo les digo: Apártense de estos hombres y déjenlos, porque si este plan y esta obra son de los hombres, serán destruídos y pasarán,

    39. pero si son de Dios no los podrán detener, y no sea que se encuentren resistiendo a Dios.

    40. Y siendo convencidos por él, llamaron a los apóstoles y los azotaron, ordenándoles que no hablaran en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.

    41. Entonces ellos salieron de su presencia gozosos de haber sido encontrados dignos de ser tratados duramente por causa del Nombre.

    42. Y no cesaban de enseñar y de predicar diariamente acerca de nuestro Señor Jesucristo, en el templo y en las casas.