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jueves, julio 18, 2024
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    Marcos 10 - Peshita (Nuevo Testamento)

    Jesús enseña sobre el divorcio

    1. Cuando se levantó de allí, vino a los límites de Judea, al otro lado del Jordán, y fueron con Él grandes multitudes hasta aquel lugar, y nuevamente les enseñaba como era su costumbre.

    2. Entonces, acercándosele los fariseos, le preguntaron para ponerlo a prueba si le está permitido al marido divorciarse de su esposa.

    3. Él les respondió: ¿Qué les ordenó Moisés?

    4. Y ellos dijeron: Moisés nos permitió escribir CARTA DE DIVORCIO Y DESPEDIRLA.

    5. Jesús respondió y les dijo: Este mandamiento les escribió ante la dureza de su corazón,

    6. pero Dios desde el principio VARÓN Y HEMBRA LOS HIZO.

    7. POR TANTO, EL VARÓN DEJARÁ A SU PADRE Y A SU MADRE, Y SE UNIRÁ A SU MUJER,

    8. Y LOS DOS SERÁN UNA CARNE. De manera que ya no son dos, sino una carne.

    9. Por tanto, lo que unió Dios, no lo separe el hombre.

    10. Sus discípulos le preguntaron en casa otra vez acerca de esto,

    11. y Él les respondió: Todo el que se divorcie de su esposa y se case con otra, comete adulterio,

    12. y si la esposa se divorcia de su marido y llega a ser de otro, comete adulterio.

    Jesús bendice a los niños

    13. Y le llevaron unos niños para que los tocara, pero sus discípulos reprendieron a los que los trajeron,

    14. y viendo Jesús esto, se disgustó y les dijo: Dejen a los niños venir a mí y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos.

    15. En verdad les digo que todo el que no acepte el reino de Dios como un niño, no podrá entrar en él.

    16. Entonces los tomó en sus brazos, e imponiéndoles la mano, los bendijo.

    El joven rico

    17. Yendo Jesús por el camino, uno corrió y postrándose le pregunto, diciendo: Maestro bueno, ¿qué podré hacer para heredar la vida eterna?

    18. Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solamente uno, Dios.

    19. Sabes los mandamientos: "NO COMETERÁS ADULTERIO, NO ROBARÁS, NO MATARÁS, NO DARÁS FALSO TESTIMONIO, no agraviarás a nadie, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE".

    20. Y respondiendo él, dijo: Maestro, he guardado todo esto desde mi niñez.

    21. Jesús lo miró y lo amó, y le dijo: Te falta una cosa: Ve y vende todo lo tienes y da a los necesitados, y tendrás tesoro en el Cielo, y toma tu cruz y sígueme.

    22. Pero él se entristeció por esta palabra, y se fue afligido, porque tenía muchas posesiones.

    23. Y mirando Jesús a sus discípulos, les dijo: ¡Qué dificil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!

    24. Y los discípulos se quedaron perplejos por sus palabras, pero Jesús, respondiendo nuevamente, les dijo: Hijos míos, ¡qué dificil es para los que ponen su confianza en sus riquezas entrar en el reino de Dios

    25. Es más facil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios.

    26. Y ellos todavía más sorprendidos, decían entre sí: ¿Quién, pues, podrá salvarse?

    27. Pero Jesús los miró y les dijo: Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.

    28. Entonces Pedro comenzó a decir: Mira, nosotros hemos dejado todo para seguirte.

    29. Jesús respondió y dijo: En verdad les digo que ninguno hay que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o campos por mi causa y por causa de mi Evangelio,

    30. que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y campos, juntamente con persecución, y en la edad venidera la vida eterna.

    31. Pero habrá muchos primeros que serán últimos, y los últimos, primeros.

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    32. Al ir subiendo por el camino de Jerusalén, Jesús iba delante de ellos. Estaban perplejos y lo seguían con temor. Y tomando a sus doce, empezó a decirles las cosas que sucederían:

    33. He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles,

    34. y se mofarán de Él, lo azotarán, le escupirán el rostro y le darán muerte, y resucitará al tercer día.

    Petición de Santiago y de Juan

    35. Entonces, acercándose a Él Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, le decían: Maestro, deseamos que hagas a favor nuestro todo lo que te pidamos.

    36. Él les contestó: ¿Qué desean que haga en su favor?

    37. Ellos le dijeron: Permítenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

    38. Pero Él les dijo: No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo bebo y ser bautizados en el bautismo en que soy bautizado?

    39. Ellos le contestaron: Podemos. Jesús les dijo: La copa que yo bebo beberán, y en el bautismo en que yo soy bautizado serán bautizados,

    40. pero el que se sienten a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo sino para quienes está preparado.

    41. Cuando los diez escucharon esto, empezaron a murmurar contra Jacobo y Juan,

    42. pero llamándolos Jesús les dijo: Ustedes saben que los que son tenidos por gobernantes de las naciones son sus señores, y sus jefes tienen autoridad sobre ellos;

    43. pero entre ustedes no sea así, sino el que desee ser el mayor entre ustedes, sea su siervo,

    44. y cualquiera que desee ser el primero de ustedes, sea siervo de todos,

    45. porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para entregar su vida en rescate por muchos.

    El ciego Bartimeo recibe la vista

    46. Entonces llegaron a Jericó. Y al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Timeo, hijo de Timeo, estaba mendigando a un lado del camino.

    47. Y al oír que era Jesús de Nazaret, empezó a dar voces, diciendo: ¡Ten misericordia de mí, Hijo de David!

    48. Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba aún más, diciendo: ¡Ten misericordia de mí, Hijo de David!

    49. Entonces Jesús, deteniéndose, los mandó a llamarlo. Y llamaron al ciego, diciéndole: Ten ánimo, levántate; Él te llama.

    50. Enseguida el ciego, arrojando su vestidura, se puso de pie y vino ante Jesús.

    51. Y Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por tí? Y el ciego le dijo: Que yo vea.

    52. Y Jesús le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha sanado. Y al instante recibió la vista, y se marchó por el camino.