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miércoles, julio 17, 2024
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    Lucas 5 - Reina Valera 1977

    La pesca milagrosa

    1. Aconteció que, estando él de pie junto al lago de Genesaret, la multitud se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios;

    2. y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago; y los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes.

    3. Y subió a una de las barcas, que era de Simón, y le rogó que se alejara un poco de la tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a las multitudes.

    4. Cuando cesó de hablar, le dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

    5. Simón le respondió, diciendo: Maestro, después de bregar a lo largo de toda la noche, no hemos pescado nada; pero, puesto que tú lo pides, echaré la red.

    6. Así lo hicieron, y encerraron una gran cantidad de peces; y la red se les rompía.

    7. Hicieron señas entonces a los compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron, y llenaron ambas barcas, tanto que comenzaban a hundirse.

    8. Cuando Simón Pedro lo vio, cayó ante las rodillas de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!

    9. Porque el estupor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él ante la captura de los peces que habían pescado;

    10. y lo mismo de Jacobo, tanto como de Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y le dijo Jesús a Simón: Deja de temer; desde ahora serás pescador de hombres.

    11. Y después de bajar las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron.

    Jesús sana a un leproso

    12. Sucedió que estando él en una de las ciudades, había allí un hombre lleno de lepra; y cuando vio a Jesús, cayó rostro en tierra, y le suplicó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

    13. Él extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante se marchó de él la lepra.

    14. Y le encargó que no se lo dijera a nadie, sino anda, le dijo, y muéstrate al sacerdote, y haz la ofrenda por tu purificación, conforme prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.

    15. Pero su fama se difundía aún más, y grandes multitudes se reunían para escucharle y ser sanadas de sus enfermedades.

    16. Él, por su parte, se retiraba con frecuencia a los lugares solitarios para orar.

    Jesús sana a un paralítico

    17. Aconteció un día que él estaba enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y de Jerusalén; y el poder del Señor estaba presente para sanarles.

    18. En esto unos hombres traían en una camilla a un paralítico; y trataban de introducirlo y colocarlo delante de Jesús.

    19. Pero no hallando de qué manera introducirle, a causa de la multitud, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús.

    20. Al ver la fe de ellos, dijo: Hombre, tus pecados te quedan perdonados.

    21. Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a razonar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?

    22. Al percatarse Jesús de lo que ellos estaban pensando, tomó la palabra y les dijo: ¿Qué estáis pensando en vuestros corazones?

    23. ¿Qué es más fácil, decir: Te quedan perdonados tus pecados, o decir: Levántate y anda?

    24. Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo, levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.

    25. E inmediatamente se levantó a la vista de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado, y se fue a su casa, glorificando a Dios.

    26. El estupor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto cosas increíbles.

    Llamamiento de Leví

    27. Después de esto salió y vio a un cobrador de impuestos, llamado Leví, sentado en la mesa de impuestos, y le dijo: Sígueme.

    28. Y dejándolo todo, se levantó y comenzó a seguirle.

    29. Y Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había un gran número de cobradores de impuestos y de otros que estaban a la mesa con ellos.

    30. Pero los fariseos y los escribas que eran de su partido comenzaron a refunfuñar ante los discípulos de Jesús, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con cobradores de impuestos y con pecadores?

    31. Jesús respondió, dirigiéndose a ellos: No necesitan médico los sanos, sino los que están mal.

    32. No he venido a llamar al arrepentimiento a justos, sino a pecadores.

    La pregunta sobre el ayuno

    33. Y ellos le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración; también los de los fariseos hacen lo mismo; pero los tuyos están continuamente comiendo y bebiendo.

    34. Y Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer que los invitados a la boda ayunen mientras el novio está con ellos?

    35. Días vendrán en que les será arrebatado el novio, y entonces ayunarán en aquellos días.

    36. Y también les exponía una parábola: Nadie arranca un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo; de lo contrario, no sólo desgarra el nuevo, sino que el retazo procedente del nuevo no armonizará con el viejo.

    37. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de lo contrario, el vino nuevo reventará los odres, y no sólo se derramará el vino, sino que los odres se echarán también a perder;

    38. sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos; [y lo uno y lo otro se conservan].

    39. Y nadie que haya bebido del añejo, desea luego del nuevo, porque dice: El añejo es mejor.