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    2 Samuel 18 - Reina Valera 1995

    Muerte de Absalón

    1. David pasó revista al pueblo que tenía consigo y puso sobre ellos jefes de millar y jefes de centena.

    2. Luego envió David al pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab,[1] una tercera parte bajo el mando de Abisai[2] hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando de Itai,[3] el geteo. Y dijo el rey al pueblo: --Yo también saldré con vosotros.

    3. Pero el pueblo respondió: --No saldrás; porque si nosotros huimos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; pero tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será mejor que tú nos brindes ayuda desde la ciudad.

    4. --Yo haré lo que bien os parezca --les dijo el rey. Se puso, pues, el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil.

    5. El rey dio a Joab, a Abisai y a Itai esta orden: "Tratad benignamente, por amor a mí, al joven Absalón". Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón[4] a todos los capitanes.

    6. Salió, pues, el pueblo al campo, contra Israel. La batalla se libró en el bosque de Efraín.[5]

    7. Allí cayó el pueblo de Israel ante los siervos de David, y aquel día se hizo allí una gran matanza de veinte mil hombres.

    8. La batalla se extendió por todo el territorio, y aquel día el bosque causó más muertes que la espada.

    9. Iba Absalón en un mulo[6] y se encontró con los siervos de David. El mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina a Absalón, que quedó suspendido entre el cielo y la tierra; pero el mulo en que iba siguió adelante.

    10. Lo vio uno y avisó a Joab diciendo: --He visto a Absalón colgado de una encina.

    11. Joab respondió al hombre que le daba la noticia: --Y si lo viste, ¿por qué no lo mataste enseguida, derribándolo en tierra? Me hubiera placido darte diez siclos de plata y un cinturón.

    12. El hombre dijo a Joab: --Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey os ordenó a ti, a Abisai y a Itai: "Mirad que ninguno toque al joven Absalón".

    13. Por otra parte, habría yo hecho traición contra mi vida, pues al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en contra mía.

    14. --No malgastaré mi tiempo contigo --respondió Joab. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina.

    15. Luego diez jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón, lo hirieron y acabaron de matarlo.[7]

    16. Entonces Joab tocó la trompeta, y el pueblo dejó de perseguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo.

    17. Tomando después a Absalón, lo echaron en un gran hoyo en el bosque y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras;[8] y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.

    18. En vida, Absalón había tomado la decisión de erigirse una columna, la cual está en el valle del rey,[9] pues pensó: "Yo no tengo un hijo[10] que conserve la memoria de mi nombre". Y puso a aquella columna su propio nombre, y así se ha llamado "Columna de Absalón", hasta el día de hoy.

    19. Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: --¿Correré ahora y daré al rey la noticia de que Jehová ha librado su causa de manos de sus enemigos?

    20. Respondió Joab: --Hoy no llevarás la noticia; la llevarás otro día. Hoy no darás la noticia, porque el hijo del rey ha muerto.

    21. --Ve tú, y di al rey lo que has visto --dijo Joab a un etíope. El etíope hizo una reverencia ante Joab y salió corriendo.

    22. Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: --De todos modos, yo correré ahora tras el etíope. Joab le dijo: --Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no recibirás recompensa por la noticia?

    23. --De todos modos, yo correré --respondió él. --Pues corre --le dijo él. Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura y se adelantó al etíope.

    24. David estaba sentado entre las dos puertas.[11] El atalaya había ido al terrado sobre la puerta en el muro y, alzando sus ojos, miró y vio a uno que corría solo.

    25. El atalaya dio un grito y lo hizo saber al rey, el cual dijo: --Si viene solo, buenas noticias trae. Mientras el hombre venía acercándose,

    26. vio el atalaya a otro que corría. Dio voces el atalaya al portero diciendo: "Ahí viene otro hombre corriendo solo". --También este es un mensajero --dijo el rey.

    27. El atalaya dijo de nuevo: --Me parece que el primero corre como Ahimaas hijo de Sadoc. --Ese es hombre de bien y viene con buenas noticias --dijo entonces el rey.

    28. Cuando Ahimaas se acercó,[12] dijo al rey en alta voz: --Paz. Y postrándose en tierra delante del rey, le dijo: --Bendito sea Jehová, tu Dios, que ha entregado a los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor, el rey.

    29. --¿El joven Absalón está bien? --preguntó el rey. Ahimaas respondió: --Vi yo un gran alboroto cuando me envió Joab, el siervo del rey, pero no sé qué era.

    30. --Pasa, y ponte allí --dijo el rey. Él pasó y se quedó de pie.

    31. Llegó luego el etíope, y dijo: --Traigo buenas noticias para mi señor, el rey: hoy Jehová ha librado tu causa de manos de todos los que se habían levantado contra ti.

    32. El rey preguntó entonces al etíope: --¿El joven Absalón está bien? El etíope respondió: --Que a los enemigos de mi señor les vaya como a aquel joven, y a todos los que se levanten contra ti para mal.

    33. Entonces el rey se turbó, subió a la sala que estaba encima de la puerta y lloró. Mientras iba subiendo, decía: "¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!"