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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 14 - Reina Valera 1995

    Jesús sana a un hidrópico

    1. [1] Aconteció que un sábado[2] Jesús entró a comer en casa de un gobernante fariseo, y ellos lo acechaban.

    2. Y estaba delante de él un hombre hidrópico.[3]

    3. Entonces Jesús habló a los intérpretes de la Ley y a los fariseos, diciendo: --¿Es lícito sanar en sábado?

    4. Pero ellos callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió.

    5. Y dirigiéndose a ellos, dijo: --¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea sábado?[4]

    6. Y no le podían replicar a estas cosas.

    Los convidados a las bodas

    7. Observando cómo los convidados escogían los primeros asientos[5] a la mesa, les refirió una parábola, diciéndoles:

    8. "Cuando seas convidado por alguien a unas bodas no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,

    9. y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: "Da lugar a este", y entonces tengas que ocupar avergonzado el último lugar.

    10. Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa.[6]

    11. Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".[7]

    12. Dijo también al que lo había convidado: --Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado.

    13. Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos;

    14. y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.[8]

    Parábola de la gran cena

    15. [9] Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: --¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!

    16. Entonces Jesús le dijo: "Un hombre hizo una gran cena[10] y convidó a muchos.

    17. A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: "Venid, que ya todo está preparado".

    18. Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: "He comprado una hacienda y necesito ir a verla. Te ruego que me excuses".

    19. Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me excuses".

    20. Y otro dijo: "Acabo de casarme y por tanto no puedo ir".

    21. El siervo regresó e hizo saber estas cosas a su señor. Entonces, enojado el padre de familia, dijo a su siervo: "Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos".

    22. Dijo el siervo: "Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar".

    23. Dijo el señor al siervo: "Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa,

    24. pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena"".

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les decía:

    26. "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre,[11] madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.

    27. El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.[12]

    28. ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?

    29. No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,

    30. diciendo: "Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar".

    31. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?

    32. Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos le envía una embajada y le pide condiciones de paz.

    33. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee,[13] no puede ser mi discípulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. "Buena es la sal; pero si la sal se hace insípida,[14] ¿con qué se sazonará?

    35. Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oir, oiga".