Mateo 15 - Reina Valera 1995Lo que contamina al hombre1. Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: 2. --¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?, pues no se lavan las manos cuando comen pan.[1] 3. Respondiendo él, les dijo: --¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? 4. Dios mandó diciendo: "Honra a tu padre y a tu madre",[2] y "El que maldiga al padre o a la madre, sea condenado a muerte",[3] 5. pero vosotros decís: "Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, 6. ya no ha de honrar a su padre o a su madre". Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.[4] 7. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 8. " "Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, 9. pues en vano me honran, enseñando como doctrinasmandamientos de hombres".[5] 10. Y llamando a sí a la multitud, les dijo: --Oíd, y entended:[6] 11. No lo que entra por la boca contamina al hombre;[7] pero lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. 12. Entonces, acercándose sus discípulos, le dijeron: --¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? 13. Pero respondiendo él, dijo: --Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. 14. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo.[8] 15. Respondiendo Pedro, le dijo: --Explícanos esta parábola. 16. Jesús dijo: --¿También vosotros estáis faltos de entendimiento? 17. ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? 18. Pero lo que sale de la boca, del corazón sale;[9] y esto contamina al hombre, 19. porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.[10] 20. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre. La fe de la mujer cananea21. Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22. Entonces una mujer cananea[11] que había salido de aquella región comenzó a gritar y a decirle: --¡Señor, Hijo de David,[12] ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: --Despídela,[13] pues viene gritando detrás de nosotros. 24. Él, respondiendo, dijo: --No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.[14] 25. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: --¡Señor, socórreme! 26. Respondiendo él, dijo: --No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.[15] 27. Ella dijo: --Sí, Señor; pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28. Entonces, respondiendo Jesús, dijo: --¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Jesús sana a muchos29. Pasó Jesús de allí y fue junto al Mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. 30. Se le acercó mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31. de manera que la multitud se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y glorificaban al Dios de Israel.[16] Alimentación de los cuatro mil32. [17] Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: --Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino. 33. Entonces sus discípulos le dijeron: --¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande? 34. Jesús les preguntó: --¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: --Siete y unos pocos peces. 35. Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra. 36. Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. 37. Comieron todos y se saciaron; y de los pedazos que sobraron recogieron siete canastas llenas. 38. Los que comieron eran como cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39. Entonces, después de despedir a la gente, entró en la barca y fue a la región de Magdala.[18] |