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    2 Reyes 7 - Reina Valera 2004

    1. DIJO entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dice Jehová: Mañana a estas horas valdrá una medida de flor de harina un siclo, y dos medidas de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.

    2. Y un príncipe sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

    3. Y había cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?

    4. Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos pues ahora, y pasémonos al ejército de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.

    5. Se levantaron, pues, en el principio de la noche, para irse al campo de los sirios; y llegando a las primeras estancias de los sirios, no había allí hombre.

    6. Porque el Señor había hecho que en el campo de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de grande ejército; y se dijeron los unos a los otros: He aquí el rey de Israel ha pagado contra nosotros a los reyes de los Heteos, y a los reyes de los Egipcios, para que vengan contra nosotros.

    7. Y así se habían levantado y huido al principio de la noche, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campo como estaba; y habían huido por salvar sus vidas.

    8. Y como los leprosos llegaron a las primeras estancias, entraron en una tienda, y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata, y oro, y vestido, y fueron, y lo escondieron: y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron, y escondieron.

    9. Y se dijeron el uno al otro: No hacemos bien: hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos: y si esperamos hasta la luz de la mañana, nos alcanzará la maldad. Vamos pues ahora, entremos, y demos la nueva en casa del rey.

    10. Y vinieron, y dieron voces a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campo de los sirios, y he aquí que no había allí hombre, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campo como estaba.

    11. Y los porteros dieron voces, y lo declararon dentro, en el palacio del rey.

    12. Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y se han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hubieren salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.

    13. Entonces respondió uno de sus siervos, y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad, (porque ellos también son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; también ellos son como toda la multitud de Israel que ha perecido;) y enviemos, y veamos qué hay.

    14. Tomaron pues dos caballos de un carro, y envió el rey tras el campo de los sirios, diciendo: Id, y ved.

    15. Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán: y he aquí, todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado con la premura. Y volvieron los mensajeros, y lo hicieron saber al rey.

    16. Entonces el pueblo salió, y saquearon el campo de los sirios. Y fue vendida una medida de flor de harina por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová.

    17. Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuya mano él se apoyaba: y le atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, lo que habló cuando el rey descendió a él.

    18. Aconteció pues de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos medidas de cebada por un siclo, y una medida de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria.

    19. A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Aunque Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera ser eso? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

    20. Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.