Hechos 5 - Reina Valera 2004Ananías y Safira1. PERO un varón llamado Ananías, con Safira su esposa, vendió una heredad, 2. Y retuvo parte del precio, sabiéndolo también su esposa; y trayendo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y defraudases del precio de la heredad? 4. Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5. Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y vino gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7. Y pasado un lapso como de tres horas, entró también su esposa, no sabiendo lo que había acontecido. 8. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9. Y Pedro le dijo: ¿Por qué concertasteis para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10. Y al instante cayó a los pies de él, y expiró; y entrados los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas. Muchas señales y maravillas12. Y por mano de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13. Y de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14. Y más creyentes se añadían al Señor, multitudes, así de hombres como de mujeres; 15. tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y en lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalem, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos ellos eran sanados. Pedro y Juan son perseguidos17. Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, que es la secta de los saduceos, y se llenaron de celos; 18. y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19. Mas el ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel, y sacándolos, dijo: 20. Id, y puestos en pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21. Y habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22. Mas cuando llegaron los oficiales, y no los hallaron en la cárcel, volvieron y dieron aviso, 23. diciendo: De cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24. Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el magistrado del templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25. Y viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26. Entonces fue el magistrado con los oficiales, y los trajo sin violencia; porque temían ser apedreados por el pueblo. 27. Y trayéndolos, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28. diciendo: ¿No os ordenamos rigurosamente, que no enseñaseis en este nombre? Y he aquí, habéis llenado a Jerusalem de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre. 29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres. 30. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole en un madero. 31. A éste Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados. 32. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. 33. Ellos, oyendo esto, se enfurecieron, y tomaron consejo para matarlos. 34. Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, honorable ante todo el pueblo, mandó que hiciesen sacar un momento a los apóstoles, 35. y les dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros acerca de estos hombres en lo que habéis de hacer. 36. Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos; el cual fue muerto; y todos los que le obedecían fueron dispersados, y reducidos a nada. 37. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del empadronamiento, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Este también pereció; y todos los que le obedecían fueron dispersados. 38. Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39. mas si es de Dios, no la podréis deshacer; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios. 40. Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los dejaron libres. 41. Y ellos partieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por su Nombre. 42. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. |