31.9 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Lucas 14 - Reina Valera 2004

    Jesús sana a un hidrópico

    1. Y ACONTECIÓ un día sábado, que yendo a comer pan en casa de un príncipe de los fariseos, ellos le acechaban.

    2. Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él.

    3. Y respondiendo Jesús, habló a los doctores de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado?

    4. Y ellos callaron. Entonces él tomándole, le sanó, y le despidió.

    5. Y les respondió, diciendo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cayere en un pozo, no lo sacará luego en día de sábado?

    6. Y no le podían replicar a estas cosas.

    Los convidados a las bodas

    7. Y observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, relató una parábola a los convidados, diciéndoles:

    8. Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,

    9. y el que te convidó a ti y a él, venga y te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a tomar el último lugar.

    10. Mas cuando fueres convidado, ve, y siéntate en el postrer lugar; para que cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se sientan a la mesa.

    11. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.

    12. Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que también ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha recompensa.

    13. Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos;

    14. y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar; mas te será recompensado en la resurrección de los justos.

    Parábola de la gran cena

    15. Y oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.

    16. El entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convido a muchos.

    17. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está aparejado.

    18. Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.

    19. Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.

    20. Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.

    21. Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve presto por las plazas y las calles de la ciudad, y mete acá a los pobres, los mancos, los cojos, y los ciegos.

    22. Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aún hay lugar.

    23. Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.

    24. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. Y grandes multitudes iban con él; y volviéndose les dijo:

    26. Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

    27. Y cualquiera que no trae su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

    28. Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y cuenta el costo, si tiene lo que necesita para acabarla?

    29. No sea que después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vieren comiencen a hacer burla de él,

    30. diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.

    31. ¿O qué rey, yendo a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si con diez mil puede salir al encuentro del que viene contra él con veinte mil?

    32. De otra manera, cuando el otro aún está lejos, le envía embajadores pidiéndole condiciones de paz.

    33. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. Buena es la sal; mas si la sal perdiere su sabor, ¿con qué se sazonará?

    35. Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.