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miércoles, julio 17, 2024
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    Hebreos 4 - Nueva Biblia Española (1975)

    1. Precaución, por tanto; no sea que mientras está en pie la promesa de entrar en su descanso, resulte que alguno se queda atrás.

    2. Pues, de hecho, la buena noticia la hemos recibido nosotros lo mismo que aquéllos, pero a ellos no les sirvió de nada oír la palabra porque no se sumaron a los que habían oído.

    3. Entremos, pues, los que ya hemos creído, en el descanso a que se refieren las palabras: "Como lo juré en mi cólera, nunca entrarán en mi descanso". Las tareas, por cierto, terminaron con la creación del mundo,

    4. pues en algún sitio se habla así del día séptimo: "Y el día séptimo descansó Dios de todas sus tareas";

    5. y en este pasaje sale de nuevo: "Nunca entrarán en mi descanso'.

    6. Ya que, según esto, quedan algunos por entrar en él, y los primeros que recibieron la buena noticia no entraron por su rebeldía.

    7. Dios señala otro día, hoy, al decir mucho tiempo después, por boca de David, lo antes, citado: "Si hoy oyen su voz, no endurezcan el corazón"

    8. Claro que si Josué les hubiera dado el descanso no habría hablado Dios de otro día después de aquello;

    9. por consiguiente, un tiempo de descanso queda todavía para el pueblo de Dios,

    10. pues el que entra en su descanso, descansa él también de sus tareas, como Dios de las suyas.

    11. Esforcémonos, por tanto, por entrar en ese descanso y nadie caiga siguiendo el ejemplo aquél de rebeldía.

    12. Además la palabra de Dios es viva y enérgica, más cortante que una espada de dos filos, penetra hasta la unión de alma y espíritu, de órganos y médula, juzga sentimientos y pensamientos.

    13. No hay criatura que escape a su mirada, todo está desnudo y vulnerable a sus ojos, y es a ella a quien habremos de dar cuenta.

    Jesús el gran sumo sacerdote

    14. Teniendo, pues, un sumo sacerdote extraordinario que ha atravesado los cielos, Jesús el Hijo de Dios, mantengamos firmes la fe que profesamos.

    15. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual que nosotros, excluido el pecado.

    16. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al tribunal de la gracia para alcanzar misericordia y obtener la gracia de un auxilio oportuno.