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    Hechos 5 - Nueva Biblia Española (1975)

    Ananías y Safira

    1. En cambio, un tal Ananías vendió una propiedad de acuerdo con su mujer, Safira,

    2. y, a sabiendas de ella retuvo parte del precio y puso el resto a disposición de los apóstoles.

    3. Pedro le dijo: Ananías, ¿cómo es que Satanás se te ha metido dentro? ¿Por qué has mentido al Espíritu Santo reservándote parte del precio de la finca?

    4. ¿No podías tenerla para ti sin venderla? Y si la vendías, ¿no eras dueño de quedarte con el dinero? ¿Cómo se te ha ocurrido hacer eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

    5. A estas palabras Ananías cayó al suelo y expiró y todos los que se enteraban quedaban sobrecogidos.

    6. Fueron los jóvenes, lo envolvieron en un lienzo y lo llevaron a enterrar.

    7. Unas tres horas más tarde llegó la mujer, que ignoraba lo sucedido.

    8. Pedro le preguntó: Dime, ¿vendieron la finca por tanto? Contestó ella: Sí, por tanto.

    9. Pedro le repuso: ¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los que han enterrado a tu marido están ya pisando el umbral para llevarte a ti.

    10. En el acto cayó a sus pies y expiró. Al entrar los mozos la encontraron muerta; se la llevaron y la enterraron junto al marido.

    11. La comunidad entera quedó espantada y lo mismo todos los que se enteraron.

    Muchas señales y maravillas

    12. Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en medio del pueblo. Todos los fieles se reunían en grupo en el pórtico de Salomón;

    13. los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos;

    14. más y más gente se adhería al Señor por la fe, multitud de hombres y mujeres,

    15. hasta el punto de sacar a los enfermos a la calle y ponerlos en catres y camillas, para que al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno.

    16. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos por espíritus impuros, y todos se curaban.

    Pedro y Juan son perseguidos

    17. El sumo sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos-, llenos de coraje,

    18. mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común,

    19. pero por la noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó fuera diciéndoles:

    20. Vayan, colóquense en el templo y explíquenle allí al pueblo íntegramente esta manera de vivir.

    21. En vista de aquello, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Cuando llegó el sumo sacerdote con los suyos, convocaron el Consejo, es decir el pleno del Senado israelita, y mandaron por los presos a la cárcel.

    22. Fueron los guardias, pero no los encontraron en la celda y volvieron a dar parte:

    23. Hemos encontrado la cárcel cerrada, todo al seguro, y a los centinelas de puesto en las puertas; pero al abrir no encontramos a nadie dentro.

    24. El comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban ^explicarse qué había pasado con los presos.

    25. Se presentó uno diciendo: Los hombres que metieron ustedes en la cárcel están ahí en el templo y siguen enseñando al pueblo.

    26. Salió el comisario con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedreara.

    27. Los condujeron a presencia del Consejo, y el sumo sacerdote los interrogó:

    28. ¿No les habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, han llenado Jerusalén de su enseñanza y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre.

    29. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

    30. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes asesinaron colgándolo de un madero.

    31. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo Jefe y Salvador, para concederle a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados.

    32. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

    33. Exasperados por esta respuesta, decidieron acabar con ellos.

    34. Pero un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley respetado por todo el pueblo, se levantó en el Consejo, mandó que los sacaran fuera un momento

    35. y dijo: Israelitas, piensen bien lo que van a hacer con esos hombres.

    36. No hace mucho surgió un tal Teudas, dándoselas de ser alguien, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Lo ejecutaron, se desbandaron todos sus seguidores y todo acabó en nada.

    37. Más tarde, cuando el censo, surgió Judas el Galileo arrastrando tras de sí gente del pueblo; también pereció y dispersaron a todos sus seguidores.

    38. En el caso presente mi consejo es éste: no se metan con esos hombres, suéltenlos. Si su plan o su actividad es cosa de hombres, fracasarán;

    39. pero si es cosa de Dios, no lograrán suprimirlos y se expondrían a luchar contra Dios.

    40. Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles; los azotaron, les prohibieron mencionar el nombre de Jesús y los soltaron.

    41. Los apóstoles salieron del Consejo contentos de haber merecido aquella ignominia por causa de Jesús.

    42. Ni un solo día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, dando la buena noticia de que Jesús es el Mesías.