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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 13 - Nueva Biblia Española (1975)

    Arrepentíos o pereceréis

    1. En aquel momento se presentaron algunos a contarle que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la de las víctimas que ofrecían.

    2. Jesús les contestó: ¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás, porque acabaron así?

    3. Les digo que no; y si no se enmiendan, todos ustedes perecerán también.

    4. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan ustedes que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

    5. Les digo que no, y si no se enmiendan, todos ustedes perecerán también.

    Parábola de la higuera estéril

    6. Y añadió esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, fue a buscar higos y no los encontró.

    7. Entonces dijo al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué, además, va a esquilmar el terreno?

    8. Pero el viñador le contestó: Señor, déjala todavía este año; entretanto yo cavaré y le echaré abono;

    9. si en adelante diera fruto..., si no, la cortas.

    Jesús sana a una mujer en el día de reposo

    10. Un sábado enseñaba en una sinagoga.

    11. Había allí una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar del todo.

    12. Al verla, la llamó Jesús y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

    13. Y le aplicó las manos. En el acto se puso derecha y empezó a alabar a Dios.

    14. Intervino el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, y le dijo a la gente: Hay seis días de trabajo: vengan esos días a que los curen, y no los sábados.

    15. Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: Hipócritas: cualquiera de ustedes, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar aunque sea sábado?

    16. Y a ésta que es hija de Abrahán, y que Satanás ató hace ya dieciocho años, ¿no había que soltarla de su cadena en sábado?

    17. Según iba diciendo esto se avergonzaban sus adversarios, mientras toda la gente se alegraba de tantas maravillas como hacía.

    Parábola de la semilla de mostaza

    18. Continuó: ¿A qué se parece el reinado de Dios? ¿Con qué lo compararé?

    19. Se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta: creció, se hizo un árbol y los pájaros hicieron nidos en sus ramas.

    Parábola de la levadura

    20. Y repitió: ¿Con qué compararé el reinado de Dios?

    21. Se parece a la levadura que metió una mujer en veinticinco libras de harina y todo acabó por fermentar.

    La puerta estrecha

    22. Camino de Jerusalén, enseñaba en los pueblos y aldeas que iba atravesando.

    23. Uno le preguntó: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Jesús dio esta respuesta:

    24. Forcejeen para abrirse paso por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán entrar y no podrán.

    25. Una vez que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, por mucho que golpeen la puerta desde fuera gritando: "Señor, ábrenos", él les replicará: "No sé quiénes son".

    26. Entonces se pondrán a decirle: "Si hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras calles";

    27. pero les responderá: "No sé quiénes son; ¡lejos de mí todos los que practican la injusticia!".

    28. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras a ustedes los echan fuera.

    29. Y también de oriente y de occidente, del norte y del sur, habrá quienes vengan a sentarse en el banquete del reino de Dios.

    30. Miren: Hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.

    Lamento de Jesús sobre Jerusalén

    31. En aquella ocasión se acercaron unos fariseos a decirle: Vete, márchate de aquí, que Herodes quiere matarte.

    32. El contestó: Vayan a decirle a ese don nadie: "Mira, hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; al tercer día acabo".

    33. Pero hoy, mañana y pasado tengo que seguir mi viaje, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.

    34. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina a sus pollitos bajo las alas, pero no han querido!

    35. "Pues miren, su casa se les quedará vacía. Y les digo que no me volverán a ver hasta el día que exclamen: "Bendito el que viene en nombre del Señor'