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jueves, julio 18, 2024
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    Marcos 8 - Nueva Biblia Española (1975)

    Alimentación de los cuatro mil

    1. Uno de aquellos días, como había otra vez mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

    2. Me da lástima de esa gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer;

    3. y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Algunos, además, han venido de lejos.

    4. Le replicaron sus discípulos: Y ¿de dónde se puede sacar pan, aquí en lugar despoblado, para que coman éstos?

    5. El les preguntó: ¿Cuántos panes tienen? Contestaron: Siete.

    6. Mandó que la gente se echara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, lo partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.

    7. Tenían además unos cuantos pescaditos: los bendijo y mandó que los sirvieran también.

    8. La gente comió hasta quedar satisfecha, y recogieron los trozos sobrantes: siete canastas.

    9. Eran unos cuatro mil.Jesús los despidió,

    10. luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de Dalmanuta.

    La demanda de una señal

    11. Salieron los fariseos y se pusieron a discutir con él; para ponerlo a prueba le pidieron una señal que viniera del cielo.

    12. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¡Cómo!, ¡esta clase de gente busca una señal! Les aseguro que a esta clase de gente no se le dará señal.

    13. Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la orilla de enfrente.

    La levadura de los fariseos

    14. A los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.

    15. Jesús les recomendó: Atención, cuidado con la levadura del pan de los fariseos y con la de Herodes.

    16. Discutían unos con otros por qué no habían traído pan.

    17. Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¡Cómo!, ¿discutiendo porquéno han traído pan? ¿No acaban de entender ni de comprender? ¿Están obcecados?

    18. ¿Para qué tienen ojos, si no ven, y oídos, si no oyen?

    19. ¿No recuerdan cuántas canastas de sobras recogieron cuando repartí cinco panes entre cinco mil? Le contestaron: Doce.

    20. Y ¿cuántas canastas de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil? Le contestaron: Siete.

    21. El les dijo: Y ¿no acaban de comprender?

    Un ciego sanado en Betsaida

    22. Llegaron a Betsaida, y le llevaron un ciego pidiéndole que lo tocara.

    23. Tomándolo de la mano, lo sacó del pueblito, le escupió en los ojos, le aplicó las manos y le preguntó: ¿Ves algo?

    24. Empezó a distinguir y dijo: Veo la gente; me parecen árboles que andan.

    25. Le aplicó otra vez las manos a los ojos; el hombre vio del todo: estaba curado y lo divisaba todo con claridad.

    26. Jesús lo mandó a casa diciéndole: ¡Ni entrar siquiera en el pueblito!

    La confesión de Pedro

    27. Jesús y sus discípulos salieron para los pueblitos de Cesárea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?

    28. Ellos le contestaron: Juan Bautista, aunque otros, que Elias, y otros, que uno de los profetas.

    29. El les preguntó: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro tomó la palabra y le dijo: Tú eres el Mesías.

    30. El les prohibió terminantemente decírselo a nadie.

    Jesús anuncia su muerte

    31. Y empezó a instruirlos: Este hombre tiene que padecer mucho: tiene que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.

    32. Y exponía el mensaje abiertamente. Entonces Pedro lo tomó aparte y empezó a regañarle.

    33. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, regañó a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana.

    34. Y llamando a la gente a que se reuniera con sus discípulos, les dijo: El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga.

    35. Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará.

    36. Y luego, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si le falta la vida?

    37. Pues ¿qué podrá dar para recobrarla?

    38. Además, si uno se avergüenza de mí y de mis palabras entre la gente ésa, idólatra y pecadora, también este Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.