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miércoles, julio 17, 2024
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    Mateo 26 - Nueva Biblia Española (1975)

    El complot para prender a Jesús

    1. Cuando acabó este discurso, dijo Jesús a sus discípulos:

    2. Pasado mañana es Pascua, como saben, y este Hombre será entregado para que lo crucifiquen.

    3. Los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron por entonces en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifas,

    4. y decidieron prender a Jesús a traición y darle muerte,

    5. aunque decían: Durante las fiestas no, que podría armarse un tumulto en el pueblo.

    Jesús es ungido en Betania

    6. Estando Jesús en Betania, .en casa de Simón el leproso,

    7. se le acercó una mujer llevando un frasco de perfume de mucho precio y se lo derramó en la cabeza a Jesús, que estaba reclinado a la mesa.

    8. Al ver aquello, los discípulos dijeron indignados: ¿A qué viene ese derroche?

    9. Podía haberse vendido por mucho y habérselo dado a los pobres.

    10. Jesús se dio cuenta y les dijo: ¿Por qué molestan a esta mujer? Porque está muy bien lo que ha hecho conmigo;

    11. además, a esos pobres los tienen siempre con ustedes, en cambio a mí no me van a tener siempre;

    12. y luego, cuando ella derramaba el perfume éste sobre mi cuerpo, me estaba preparando para la sepultura.

    13. Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame esta buena noticia, se recordará también en su honor lo que ha hecho ella.

    Judas ofrece entregar a Jesús

    14. Entonces uno de los Doce, Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes

    15. y les propuso: ¿Cuánto están dispuestos a darme si se lo entrego? Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata".

    16. Desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

    Institución de la Cena del Señor

    17. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

    18. El contestó: Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y denle este recado: "El Maestro dice que su hora está cerca y que va a celebrar la Pascua en tu casa con sus discípulos".

    19. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la cena de Pascua.

    20. Al caer la tarde se puso a la mesa con los Doce.

    21. Mientras comían, dijo: Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.

    22. Ellos, consternados, empezaron a replicarle uno tras otro: ¡No seré yo, Señor!

    23. Respondió él: Uno que ha mojado en la misma fuente que yo me va a entregar.

    24. Este Hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de ese que va a entregar a este Hombre! Más le valdría a ese individuo no haber nacido.

    25. Entonces reaccionó Judas, el que lo iba a entregar, diciendo: ¡No seré yo, Maestro! Respondió: Tú lo has dicho.

    26. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición y lo partió; luego lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen, coman; esto es mi cuerpo.

    27. Y tomando una copa, pronunció la acción de gracias y se la pasó diciendo: Beban todos,

    28. que esto es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.

    29. Les digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta que llegue el día en que lo beba con ustedes, pero nuevo, en el reino de mi Padre.

    Jesús anuncia la negación de Pedro

    30. Y después de los cantos salieron para el monte de los Olivos.

    31. Entonces Jesús les dijo: Esta misma noche van a fallar todos ustedes por causa mía, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño".

    32. Pero cuando resucite iré por delante de ustedes a Galilea.

    33. Le repuso Pedro: Aunque todos fallen por causa tuya, yo nunca fallaré.

    34. Jesús le declaró: Te aseguro que esta misma noche, antes que el gallo cante, renegarás de mí tres veces.

    35. Pedro le replicó: Aunque tenga que morir contigo, jamás renegaré de ti. Y los demás discípulos dijeron lo mismo.

    Jesús ora en Getsemaní

    36. Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo: Quédense aquí, mientras yo me voy allí a orar.

    37. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.

    38. Entonces les dijo: Me muero de tristeza. Quédense aquí y estén en vela conmigo.

    39. Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo: Padre mío, si es posible, que no me toque a mí ese trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

    40. Se acercó a los discípulos, los encontró adormilados y dijo a Pedro: ¡Vaya! ¿No han podido velar ni una hora conmigo?

    41. Estén en vela y pidan no ceder a la tentación; el espíritu es animoso, pero la carne es débil.

    42. Se apartó por segunda vez y oró diciendo: Padre mío, si no es posible que deje de tocarme, realícese tu designio.

    43. Al volver los encontró otra vez adormilados, porque se caían de sueño.

    44. Los dejó, se alejó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.

    45. Al final se acercó a los discípulos y les dijo: ¿Así que durmiendo y descansando? Miren, ha llegado la hora de que este Hombre sea entregado en manos de los pecadores.

    46. ¡Levántense, vamos! Ya está ahí el que me entrega.

    Arresto de Jesús

    47. Aún estaba él hablando cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente con machetes y palos, mandada por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo.

    48. El traidor les había dado por seña: El que yo bese, ése es; deténganlo.

    49. Se acercó en seguida a Jesús y le dijo: ¡Salud, Maestro! Y lo besó con insistencia.

    50. Pero Jesús le contestó: ¡Amigo, a lo que has venido! Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo detuvieron.

    51. Uno de los que estaban con él tiró de machete y de un tajo le cortó la oreja al sirviente del sumo sacerdote.

    52. Jesús le dijo: Vuelve el machete a su sitio, que el que a hierro mata, a hierro muere.

    53. ¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre? El pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles.

    54. Pero, ¿cómo se cumpliría entonces la Escritura, que dice que esto tiene que pasar?

    55. Jesús dijo entonces a la gente: ¡Con machetes y palos han salido a prenderme como si fuera un bandido! A diario me sentaba en el templo a enseñar y no me detuvieron.

    56. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

    Jesús ante el concilio

    57. Los que detuvieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifas el sumo sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los senadores.

    58. Pedro lo fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote, entró dentro y se sentó con los guardias para ver en qué paraba aquello.

    59. Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte,

    60. pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente comparecieron dos

    61. que declararon: Este ha dicho que puede derribar el santuario de Dios y reconstruirlo en tres días.

    62. El sumo sacerdote se puso en pie y le preguntó: ¿No tienes nada que responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya?

    63. Jesús siguió callado. El sumo sacerdote le dijo entonces: Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

    64. Jesús le respondió: Tú lo has dicho; pero además les digo esto: Desde ahora van a ver cómo este Hombre toma asiento a la derecha del Todopoderoso y cómo viene sobre las nubes del cielo".

    65. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo: Ha blasfemado, ¿qué falta nos hacen más testigos? Acaban de oír la blasfemia,

    66. ¿qué deciden? Contestaron ellos: Pena de muerte.

    67. Entonces le escupieron a la cara y lo golpearon; otros le daban bofetadas

    68. diciendo: Adivina, Mesías, ¿quién te ha pe- gado?

    Pedro niega a Jesús

    69. Pedro estaba sentado fuera, en el patio; se le acercó una sirvienta y le dijo: También tú andabas con Jesús el Galileo.

    70. El lo negó delante de todos, diciendo: ¡No sé de qué hablas!

    71. Al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí: Este andaba con Jesús Nazareno.

    72. Otra vez lo negó, jurándolo: No conozco a ese hombre.

    73. Al poco rato se le acercaron los que estaban allí y le dijeron: Tú también eres de ellos, seguro; se te nota en el habla.

    74. Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar: ¡No conozco a ese hombre! Y en seguida cantó un gallo.

    75. Pedro se acordó de las palabras de Jesús: "Antes que cante el gallo renegarás de mí tres veces". Y saliendo fuera, lloró amargamente.