32.6 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    2 Corintios 10 - Serafín de Ausejo 1975

    Pablo defiende su ministerio

    1. Yo mismo, Pablo, os voy a hacer un ruego en nombre de la humildad y la condescendencia de Cristo; yo, tan tímido cuando estoy presente y tan atrevido cuando estoy ausente.

    2. Os suplico, pues, que una vez que no esté entre vosotros, no tenga que emplear aquella osadía con que opino que debo proceder contra algunos que piensan que nosotros caminamos según la carne.

    3. Porque, aunque vivimos en carne, no según la carne combatimos.

    4. Las armas de mi combate no son carnales, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas: derribamos sofismas

    5. y toda altivez que se alza contra el conocimiento de Dios; apresamos todo pensamiento para someterlo a Cristo,

    6. y estamos dispuestos a castigar cualquier rebeldía, cuando se haya logrado vuestra sumisión.

    7. Veis las cosas según las apariencias. Si alguno cree que es de Cristo, piense también esto para sí: que como él es de Cristo, también lo somos nosotros.

    8. Y aunque me haya jactado algo excesivamente de la autoridad que el Señor nos dio para edificación vuestra y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré;

    9. para que no parezca que os quiero amedrentar mediante las cartas.

    10. Porque alguien dice: "Las cartas son duras y fuertes; pero su presencia corporal es poca cosa y su palabra despreciable".

    11. Tenga ese tal en cuenta esto: que tal como somos de palabra por medio de cartas estando ausentes, tales seremos también de obra cuando estemos presentes.

    12. No nos atrevemos ciertamente a equipararnos o a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Sin embargo, cuando a sí mismos se toman entre sí como medida y se comparan consigo mismos, no obran sabiamente.

    13. Nosotros no nos gloriamos más allá de toda medida sino que procedemos según la norma exacta que nos asignó Dios como medida, y que nos permitió llegar hasta vosotros.

    14. No traspasamos la medida como si no hubiéramos llegado hasta vosotros, porque fuimos incluso los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo.

    15. Nuestra jactancia no nos lleva a traspasar la medida aprovechándonos de trabajos ajenos; por el contrario, tenemos esperanza de que, creciendo la fe entre vosotros, creceremos hasta el desbordamiento de nuestra medida,

    16. hasta llevar el evangelio a regiones que están más allá de vosotros, sin entrar en campo ajeno ni gloriarnos de lo ya preparado por otros.

    17. Quien quiera ufanarse, que se ufane en el Señor.

    18. Pues no es aceptado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.