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sábado, agosto 17, 2024
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    2 Reyes 7 - Serafín de Ausejo 1975

    1. Dijo entonces Eliseo: "Oíd la palabra de Yahveh: así habla Yahveh: mañana a estas horas el seá de flor de harina se conseguirá por un siclo, y dos seás de cebada por un siclo, en la puerta de Samaría".

    2. Pero el oficial, sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, contestó al varón de Dios: "Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podría suceder tal cosa?". Respondió Eliseo: "Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás".

    3. A la entrada de la puerta había cuatro leprosos que se decían unos a otros: "¿Para qué estamos sentados aquí esperando la muerte?

    4. Si nos decidimos a entrar en la ciudad, nos moriremos allí, por el hambre que hay en ella; pero si nos quedamos aquí, moriremos también. Vamos a pasarnos ahora mismo al campamento de los arameos. Si nos dejan con vida, viviremos, y si nos matan, moriremos".

    5. A eso del anochecer se dispusieron a entrar en el campamento de los arameos y cuando llegaron al extremo del campamento vieron que no había allí nadie.

    6. El Señor había hecho que en el campamento de los arameos se oyera un gran estruendo de carros, de caballos y de poderoso ejército, y se dijeron unos a otros: "El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y de los egipcios y vienen a atacarnos".

    7. Y al atardecer se levantaron y se dieron a la fuga abandonando sus tiendas, sus caballos y asnos, y el campamento tal como estaba; pues habían huido para salvar sus vidas.

    8. Llegaron, pues, aquellos leprosos hasta el extremo del campamento y entraron en una tienda; comieron y bebieron y se llevaron consigo plata, oro y vestidos. Después fueron a esconderlo. Volvieron a otra tienda y se llevaron de allí lo que había y fueron a esconderlo.

    9. Pero se dijeron: "No está bien lo que estamos haciendo. Hoy es día de albricias. Si nos estamos callados y esperamos hasta el amanecer, incurriremos en culpa. Vayamos, pues, ahora mismo a anunciarlo al palacio real".

    10. Llegaron, pues, empezaron a gritar a los centinelas de la ciudad y les dieron la noticia: "Hemos ido al campamento de los arameos y allí no hay nadie ni se oye voz humana; sólo los caballos y los asnos atados, y las tiendas intactas".

    11. Los centinelas dieron voces y transmitieron la noticia a los que estaban dentro del palacio real.

    12. El rey se levantó de noche y dijo a sus servidores: "Os voy a explicar lo que nos han hecho los arameos: como saben que estamos hambrientos, se han salido del campamento y se han escondido en el campo, diciendo: "Cuando salgan de la ciudad, los prenderemos vivos y entraremos luego en la ciudad"".

    13. Respondió uno de sus servidores: "Tómense cinco caballos de los que quedan en la ciudad, pues ellos, lo mismo que toda la muchedumbre de Israel, están pereciendo, enviémoslos y ya veremos".

    14. Tomaron, pues, dos carros con sus caballos, y el rey los envió tras el ejército de los arameos, diciendo: "Id a ver".

    15. Fueron, pues, tras ellos hasta el Jordán, y vieron que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que en su precipitación habían tirado los arameos. Los mensajeros se volvieron y se lo hicieron saber al rey.

    16. Salió entonces el pueblo y saqueó el campamento de los arameos. El seá de flor de harina se llegó a vender por un siclo, y los dos seás de cebada por un siclo, conforme al oráculo de Yahveh.

    17. El rey había encargado la vigilancia de la puerta a aquel oficial sobre cuyo brazo solía apoyarse; el pueblo lo atropelló junto a la puerta y murió, como había predicho el varón de Dios cuando el rey bajó hacia él.

    18. Ocurrió, pues, como había dicho el varón de Dios al rey: "Los dos seás de cebada se venderán por un siclo, y un seá de flor de harina por un siclo, mañana a estas horas, en la puerta de Samaría".

    19. El oficial había respondido al varón de Dios: "Aunque Yahveh hiciera ventanas en el cielo, ¿podría suceder tal cosa?". Pero Eliseo le había replicado: "Con tus propios ojos lo verás, pero no lo comerás".

    20. Y así le sucedió, pues el pueblo lo atropelló junto a la puerta, y murió.