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jueves, julio 18, 2024
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    Hechos 17 - Serafín de Ausejo 1975

    El alboroto en Tesalónica

    1. Pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de judíos.

    2. Según su costumbre, Pablo entró allí y, por tres sábados, dialogó con ellos a partir de las Escrituras,

    3. explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y que "éste es el Cristo, este Jesús a quien yo os anuncio".

    4. Algunos de entre ellos quedaron convencidos y se unieron a Pablo y a Silas, así como una gran muchedumbre de prosélitos griegos y no pocas mujeres principales.

    5. Entonces los judíos, llenos de envidia, reunieron a unos cuantos vagabundos, maleantes y revoltosos y amotinaron la ciudad. Se presentaron ante la casa de Jasón con la intención de entregarlos al populacho.

    6. Al no dar con ellos, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad vociferando: "Éstos son los agitadores del mundo entero; han llegado hasta aquí

    7. y los hospeda Jasón; todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús".

    8. Al oír estas palabras se produjo un gran alboroto en la multitud y en las autoridades de la ciudad.

    9. Luego exigieron fianza a Jasón y a los restantes para ponerlos en libertad.

    Pablo y Silas en Berea

    10. En seguida, los hermanos, por la noche, despidieron a Pablo y a Silas hacia Berea. Ellos, apenas llegaron, se fueron derechos a la sinagoga de los judíos.

    11. Éstos eran de mejor condición que los de Tesalónica y recibieron con toda avidez la palabra, compulsando día tras día las Escrituras, para ver si era así.

    12. Muchos, pues, de entre ellos abrazaron la fe y, entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres.

    13. Cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea anunciaba Pablo la palabra de Dios, fueron allá, para agitar y sublevar a la gente.

    14. Entonces, los hermanos despidieron a toda prisa a Pablo para que marchara hacia la costa. Silas y Timoteo, mientras tanto, se quedaron allí.

    15. Los que acompañaban a Pablo lo condujeron hasta Atenas y luego regresaron, con orden para Silas y Timoteo de que cuanto antes se reunieran con él.

    Pablo en Atenas

    16. Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se consumía su espíritu en su interior al ver la ciudad repleta de ídolos.

    17. Discutía, pues, con los judíos y los prosélitos en la sinagoga, y cada día en el ágora con cuantos encontraba.

    18. Incluso ciertos filósofos epicúreos y estoicos dialogaban con él. Algunos decían: "¿Qué querrá decir este charlatán?". Otros, en cambio: "Parece ser predicador de divinidades extrañas" -porque anunciaba a Jesús y la resurrección-.

    19. Le tomaron, pues, consigo, y lo llevaron al Areópago, mientras le decían: "¿Podemos saber qué es esta doctrina nueva de que tú hablas?

    20. Porque tú traes cosas que resultan extrañas a nuestros oídos. Nos gustaría saber lo que esto quiere decir".

    21. Los atenienses todos y los forasteros residentes no tenían más ocupación que hablar o escuchar las últimas novedades.

    22. Pablo, entonces, de pie en medio del Areópago, dijo: "Atenienses, os veo en todo extremadamente religiosos.

    23. Porque, al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he hallado incluso un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues bien, eso que sin conocer veneráis, es lo que os anuncio yo.

    24. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo, como es, señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos a mano,

    25. ni tiene que ser cuidado por manos de hombres, como si estuviera necesitado de algo, ya que es él quien da a todos vida y respiración y todas las cosas.

    26. Él hizo provenir de uno a todo el linaje humano para que poblara toda la faz de la tierra; él fijó los tiempos determinados y los límites habitables,

    27. para que busquen a Dios, a ver si a tientas dan con él y lo encuentran, aunque en realidad no está lejos de cada uno de nosotros.

    28. Porque en él vivimos y nos movemos y somos, como ya dijeron algunos de vuestros poetas: "Porque de su mismo linaje somos".

    29. Siendo, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad pueda ser semejante al oro, a la plata o a la piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano.

    30. Pues bien, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, Dios ahora invita a los hombres a que todos y en todas partes se conviertan,

    31. ya que ha fijado un día en el que habrá de juzgar al mundo entero según justicia por medio de un hombre a quien ha designado y por quien ha dado a todos garantía al resucitarlo de entre los muertos".

    32. Al oír "resurrección de los muertos" unos se reían, y otros dijeron: "Te oiremos hablar de esto en otra ocasión".

    33. Así salió Pablo de en medio de ellos.

    34. Algunos, adhiriéndose a él, abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio el Areopagita, también una mujer por nombre Dámaris, y algunos otros.