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jueves, julio 18, 2024
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    Hechos 16 - Serafín de Ausejo 1975

    Timoteo acompaña a Pablo y a Silas

    1. Llegó hasta Derbe y Listra. Había allí un discípulo, de nombre Timoteo, hijo de madre judía, creyente, y de padre griego,

    2. del cual se hacían lenguas los hermanos de Listra e Iconio.

    3. Quiso Pablo llevárselo consigo y lo circuncidó en atención a los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.

    4. Según iban recorriendo las ciudades, les iban informando de los decretos aprobados por los apóstoles y ancianos de Jerusalén para que se guiaran por ellos.

    5. Así, pues, las iglesias se afirmaban en la fe y su número aumentaba de día en día.

    La visión del varón macedonio

    6. Habiéndoles impedido el Espíritu Santo predicar la palabra en Asia, cruzaron Frigia y la región de Galacia,

    7. hasta los confines de Misia. Intentaron pasar a Bitinia, pero no se lo permitió el Espíritu de Jesús.

    8. Dejando, pues, atrás Misia, bajaron a Tróade.

    9. Durante la noche tuvo Pablo una visión: un macedonio, puesto en pie, le rogaba: "Pasa a Macedonia y ayúdanos".

    10. En cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a evangelizarlos.

    Encarcelados en Filipos

    11. Embarcamos en Tróade, navegamos derechos a Samotracia, al día siguiente a Neápolis

    12. y, de allí, a Filipos, colonia romana y ciudad del primer distrito de Macedonia. Llevábamos ya varios días en esta ciudad,

    13. cuando el sábado salimos extramuros, junto a un río, donde pensábamos que estaría el lugar destinado a la oración, nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se habían reunido.

    14. Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Señor le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo decía.

    15. Tras haberse bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: "Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad y quedaos en mi casa". Y tanto nos insistió que no pudimos negarnos.

    16. Aconteció que, yendo nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu adivinino y proporcionaba a sus amos pingües ganancias con sus adivinaciones.

    17. Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de salvación".

    18. Venía haciendo esto muchos días. Molesto al fin Pablo, dijo volviéndose al espíritu: "Te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de ella". Y salió al instante.

    19. Al ver sus amos desvanecida la esperanza de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los arrastraron al foro ante los magistrados

    20. y, presentándolos a los pretores, dijeron: "Estos hombres están perturbando nuestra ciudad. Son judíos

    21. y enseñan costumbres que nosotros, como ciudadanos romanos, no podemos aceptar ni practicar".

    22. La multitud se amotinó contra ellos, y los pretores ordenaron que les desnudaran, y los azotaran con varas.

    23. Tras haberles propinado numerosos golpes, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los custodiara con rigor.

    24. En cumplimiento de la orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies al cepo.

    25. Alrededor de la media noche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios; los restantes presos les estaban escuchando.

    26. De repente sobrevino un gran terremoto que hizo temblar los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y a todos se les soltaron los grilletes.

    27. Al despertar el carcelero y ver las puertas de la cárcel abiertas, desenvainó la espada con la intención de matarse, pensando que los presos habrían huido.

    28. Pero Pablo exclamó a grandes voces: "No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí".

    29. Pidió él una luz, saltó dentro, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas,

    30. los sacó afuera y les dijo: "Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?".

    31. Ellos le respondieron: "Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu familia".

    32. Y le anunciaron la palabra de Dios a él y a todos los de su casa.

    33. En aquella hora de la noche, él los tomó consigo, les lavó las heridas y se bautizó al instante él y todos los suyos.

    34. Los subió a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.

    35. Llegada la mañana, enviaron los pretores a los lictores para que le dijeran: "Suelta a esos hombres".

    36. Comunicó el carcelero este recado a Pablo: "Los pectores han enviado a decir que seáis puestos en libertad; salid, pues, y marchaos en paz".

    37. Pero Pablo les dijo: "Nos han azotado en público y nos han metido en la cárcel sin juicio previo, siendo como somos ciudadanos romanos, ¿y ahora nos sacan a escondidas? Desde luego que no: que vengan ellos a sacarnos".

    38. Los lictores comunicaron a los pretores estas palabras. Temblaron éstos al oír que eran romanos,

    39. vinieron a presentarles sus excusas y, después de liberarlos, les rogaron que se fueran de la ciudad.

    40. Salieron, pues, de la cárcel, entraron en casa de Lidia, vieron a los hermanos, los exhortaron y partieron.