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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 18 - Serafín de Ausejo 1975

    Parábola de la viuda y el juez injusto

    1. Luego les propuso una parábola sobre la necesidad que tenían de orar siempre y de no cansarse nunca.

    2. Les dijo: "En una ciudad había un juez que ni temía a Dios ni tenía consideración alguna con los hombres.

    3. Había también en aquella ciudad una viuda, que acudía a él para decirle: "Hazme justicia contra mi adversario".

    4. Él la ignoró durante mucho tiempo. Pero luego pensó para sus adentros: "Aunque no temo a Dios ni tengo consideración alguna con los hombres,

    5. esta viuda me está molestando, así que le haré justicia, para que me deje en paz y cese de fastidiarme"".

    6. Entonces dijo el Señor: "Considerad bien lo que decía este juez inicuo.

    7. Y ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque les haga esperar?

    8. Yo os digo: les hará justicia sin tardanza. Con todo, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará acaso la fe sobre la tierra?".

    Parábola del fariseo y el publicano

    9. A algunos que presumían de ser justos y menospreciaban a los demás les dijo esta parábola:

    10. "Dos hombres subieron al templo para orar: el uno era fariseo y el otro publicano.

    11. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios! Gracias te doy, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.

    12. Ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todas las cosas que poseo".

    13. En cambio, el publicano se quedó a distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! Ten misericordia de mí, que soy pecador".

    14. Os digo que éste descendió a su casa justificado, y aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado".

    Jesús bendice a los niños

    15. Le presentaban también unos niños para que los tocara; pero los discípulos, al verlo, los reprendían.

    16. Entonces Jesús los llamó junto a sí, diciendo: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; pues el reino de Dios es de los que son como ellos.

    17. Os aseguro que quien no recibe como un niño el reino de Dios no entrará en él".

    El joven rico

    18. Uno de los jefes le preguntó: "Maestro bueno, ¿que haría yo para heredar vida eterna?".

    19. Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno, Dios.

    20. Ya conoces los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre".

    21. Él contestó: "Todas esas cosas las he cumplido desde la juventud".

    22. Cuando Jesús lo oyó, le dijo: "Todavía te queda una cosa: vende todo cuanto tienes y distribúyelo entre los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo; ven luego y sígueme".

    23. Pero cuando oyó esto se puso muy triste, pues era extremadamente rico.

    24. Al verlo Jesús, dijo: "¡Qué difícilmente entran en el reino de Dios los que tienen riquezas!

    25. Porque es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios".

    26. Los que lo estaban oyendo dijeron: "¿Y quién podrá salvarse?".

    27. Él contestó: "Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios".

    28. Pedro dijo entonces: "Pues mira: nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido".

    29. Él les contestó: "Os lo aseguro: nadie que haya dejado por el reino de Dios casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos,

    30. dejará de recibir mucho más en el tiempo presente; y, en el tiempo venidero, vida eterna".

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    31. Tomando luego consigo a los Doce, les dijo: "Mirad que subimos a Jerusalén y se van a cumplir en el Hijo del hombre todas las cosas que fueron escritas por los profetas.

    32. Porque será entregado a los gentiles, y se verá burlado, insultado y escupido;

    33. y después de azotarlo, lo matarán; pero al tercer día resucitará".

    34. Sin embargo, ellos nada de esto comprendieron; pues estas cosas resultaban para ellos ininteligibles y no captaban el sentido de lo que les había dicho.

    Un ciego de Jericó recibe la vista

    35. Al acercarse él a Jericó, había un ciego sentado junto al camino, pidiendo limosna.

    36. Cuando oyó el ruido de la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.

    37. Le contestaron que estaba pasando por allí Jesús de Nazaret.

    38. Entonces el ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!".

    39. Los que iban delante le reprendían para que callara; pero él gritaba todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".

    40. Jesús se paró y mandó que se lo trajeran delante. Cuando el ciego se acercó, le preguntó Jesús:

    41. "¿Qué quieres que te haga?". Él contestó: "¡Señor, que vea!".

    42. Y Jesús le respondió: "Pues recobra la vista; tu fe te ha salvado".

    43. E inmediatamente recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Todo el pueblo, al ver esto, prorrumpió en alabanzas a Dios.