30.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    Lucas 19 - Serafín de Ausejo 1975

    Jesús y Zaqueo

    1. Entró en Jericó y atravesaba la ciudad.

    2. Había allí un hombre, llamado Zaqueo, muy rico, que era jefe de publicanos.

    3. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía porque la multitud era mucha y él de pequeña estatura.

    4. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues tenía que pasar por allí.

    5. Cuando Jesús llegó a aquel sitio, miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja de prisa; porque conviene que hoy me quede en tu casa".

    6. Bajó de prisa y lo recibió en su casa muy contento.

    7. Al ver esto, todos murmuraban, comentando que había ido a hospedarse en casa de un pecador.

    8. Pero Zaqueo se levantó y dijo al Señor: "Mira, Señor: voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más".

    9. Entonces le dijo Jesús: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa; pues también éste es hijo de Abrahán.

    10. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".

    Parábola de las diez minas

    11. Mientras ellos escuchaban estas cosas, Jesús añadió una parábola, porque estaba ya cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse dentro de muy poco.

    12. Dijo, pues: "Un hombre de familia noble se fue a un país lejano para recibir la investidura de un reino y volver luego.

    13. Llamó a diez criados suyos, les dio diez minas y les dijo: "Negociad hasta que yo vuelva".

    14. Pero sus compatriotas lo aborrecían; y enviaron tras él una embajada que dijera: "No queremos que éste sea nuestro rey".

    15. Cuando volvió, investido ya de la dignidad real, mandó llamar a aquellos criados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

    16. Se presentó, pues, el primero, diciendo: "Señor tu mina ha producido diez minas".

    17. Y le dijo: "Muy bien, criado bueno. Puesto que has sido fiel en lo poco, tendrás el gobierno de diez ciudades".

    18. Llegó el segundo, que dijo: "Tu mina, señor, me ha producido cinco minas".

    19. Díjole también a éste: "También tú estarás al frente de cinco ciudades".

    20. Llegó luego el otro, que dijo: "Señor, aquí está tu mina, que tenía guardada en un pañuelo;

    21. pues tenía miedo de ti, porque eres hombre severo: te llevas lo que no depositaste y cosechas lo que no sembraste".

    22. Él le contesta: "Criado malo, por tus propias palabras te condeno. Sabías que yo soy hombre severo: que me llevo lo que no deposité, y cosecho lo que no sembré.

    23. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco? Así yo, a mi vuelta, lo habría retirado con sus intereses".

    24. Y mandó a los que estaban presentes: "Quitadle la mina y dádsela al que ya tiene las diez".

    25. Ellos le dijeron: "Señor, que ya tiene diez minas".

    26. Yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

    27. Y por lo que respecta a aquellos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, traedlos aquí y degolladlos delante de mí".

    La entrada triunfal en Jerusalén

    28. Cuando acabó de decir estas cosas, caminaba a la cabeza, subiendo a Jerusalén.

    29. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,

    30. diciéndoles: "Id a esa aldea que está enfrente, y, al entrar en ella, encontraréis atado un pollino, en el cual no se ha montado nunca nadie; desatadlo y traedlo.

    31. Y si alguien os preguntara: "¿Por qué lo desatáis?", responderéis: "Porque el Señor lo necesita"".

    32. Fueron, pues, los enviados y encontraron conforme Jesús les había indicado.

    33. Mientras ellos estaban desatando el pollino, les preguntaron los dueños: "¿Por qué lo desatáis?".

    34. Ellos respondieron: "Porque el Señor lo necesita".

    35. Lo llevaron, pues, ante Jesús; y echando encima del pollino sus mantos, hicieron que Jesús se montara en él.

    36. Mientras él caminaba, la gente extendía sus mantos por el camino.

    37. Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que habían visto,

    38. y exclamaban: "¡Bendito el que viene, el rey, en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!".

    39. Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud, le dijeron: "Maestro, reprende a tus discípulos".

    40. Pero él contestó: "Yo os digo que, si éstos se callan, gritarán las piedras".

    41. Cuando se acercó, al contemplar la ciudad, lloró por ella,

    42. diciendo: "¡Ah, si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ¡ay! queda oculto a tus ojos.

    43. Porque días llegarán sobre ti, en que tus enemigos te cercarán de empalizadas, te sitiarán y te oprimirán por todas partes;

    44. te arrasarán a ti y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por no haber conocido el tiempo en que fuiste visitada".

    Purificación del templo

    45. Entrando en el templo, comenzó a expulsar a los vendedores,

    46. diciéndoles: "Escrito está: Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en guarida de ladrones".

    47. Todos los días estaba enseñando en el templo. Los pontífices, los escribas y los principales del pueblo intentaban acabar con él;

    48. pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios.