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sábado, agosto 24, 2024
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    Salmos 63 - Torres Amat

    Dios, satisfacción del alma Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

    1. ¡Dios mío, oh mi Dios!, a ti aspiro, y me dirijo desde que apunta la aurora. De ti está sedienta el alma mía. ¡Y de cuántas maneras lo está también este mi cuerpo!

    2. En esta tierra desierta, intransitable y sin agua, me pongo en tu presencia, como si me hallara en el santuario, para contemplar tu poder y la gloria tuya.

    3. Más apreciable es que mil vidas tu misericordia; por tanto se ocuparán mis labios en tu alabanza.

    4. Por esto te bendeciré toda mi vida, y alzaré mis manos invocando tu Nombre.

    5. Quede mi alma bien llena de ti, como de un manjar jugoso; y entonces con labios que rebosen de júbilo, te cantará mi boca himnos de alabanza.

    6. Me acordaba de ti en mi lecho; en ti meditaba luego que amanecía;

    7. pues tú eres mi amparo, y a la sombra de tus alas me regocijaré.

    8. En pos de ti va anhelando el alma mía; me ha protegido tu diestra.

    9. En vano han buscado cómo quitarme la vida; entrarán en las cavernas más profundas de la tierra:

    10. Entregados serán a los filos de la espada; serán pasto de las zorras.

    11. Entretanto el rey se regocijará en Dios: loados serán aquellos que le juran; porque quedó así tapada la boca de todos los que hablaban inicuamente.