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    Juan 11 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Muerte de Lázaro

    1. Estaba entonces enfermo un hombre llamado Elazar, de Bet-Hiní (Betania), la aldea de Miryam y de su hermana Marta.

    2. Miryam fue la que ungió al Maestro con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Y Elazar, que estaba enfermo, era su hermano.

    3. Entonces sus hermanas le mandaron decir: “Maestro, mira, tu amigo está enfermo”.

    4. Pero cuando Yahoshúa oyó esto dijo: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Elohim; para que el Hijo de Elohim se glorifique por ella”.

    5. Yahoshúa quería mucho a Marta, a su hermana y a Elazar.

    6. Sin embargo, cuando oyó que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba.

    7. Entonces, después de esto, les dijo a sus discípulos: “Vamos a Yahudah otra vez.

    8. Ellos le dijeron: “Rabí, hace poco los [dirigentes] yahuditas procuraban apedrearte, ¿y vas a ir allá otra vez?”

    9. Yahoshúa respondió: “¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.

    10. Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él”.

    11. Después de decir estas cosas, les dijo: “Nuestro amigo Elazar duerme, pero voy para despertarlo”.

    12. Entonces dijeron sus discípulos: “Maestro, si duerme, se sanará”.

    13. Sin embargo, Yahoshúa había dicho esto de la muerte de Elazar, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño.

    14. Así que, luego Yahoshúa les dijo claramente: “Elazar ha muerto;

    15. y por ustedes me alegro de que yo no haya estado allá, para que crean. Pero vayamos donde él”.

    16. Entonces Tomás, el llamado Gemelo, dijo a sus condiscípulos: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”.

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Cuando llegó Yahoshúa, halló que hacía ya cuatro días que Elazar estaba en el sepulcro.

    18. Bet- Hiní estaba cerca de Yerushaláyim, como a tres kilómetros,

    19. y muchos de los yahuditas habían venido donde Marta y Miryam para consolarlas por su hermano.

    20. Entonces cuando oyó que venía Yahoshúa, Marta salió a recibirlo, pero Miryam se quedó sentada en casa.

    21. Marta le dijo a Yahoshúa: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

    22. Pero ahora también sé que todo lo que le pidas a Elohim, Elohim te lo concederá”.

    23. Yahoshúa le dijo: “Tu hermano resucitará”.

    24. Marta le dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección del día final”.

    25. Yahoshúa le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.

    26. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?”

    27. Le dijo: “Sí, Maestro; yo he creído que tú eres el Mashíaj, el Hijo de Elohim, el que había de venir al mundo”.

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Y después de decir esto, fue y llamó en secreto a su hermana Miryam, diciendo: “El Rabí está aquí y te llama”.

    29. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba;

    30. pues Yahoshúa todavía no había llegado a la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado.

    31. Entonces, los yahuditas que estaban en la casa con ella consolándola, cuando vieron que Miryam se levantó de prisa y salió, la siguieron, porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allí.

    32. Luego, cuando Miryam llegó al lugar donde estaba Yahoshúa y lo vio, se postró a sus pies diciéndole: “Maestro, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

    33. Entonces Yahoshúa, al verla llorando y al ver a los yahuditas que habían venido con ella también llorando, se conmovió en su espíritu y se angustió.

    34. Y dijo: “¿Dónde lo han puesto?” Le dijeron: “Maestro, ven y verás”.

    35. Y Yahoshúa lloró.

    36. Entonces dijeron los yahuditas: “Miren cuánto lo quería”.

    37. Pero algunos de ellos dijeron: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, evitar también que Elazar muriera?”

    Resurrección de Lázaro

    38. Yahoshúa, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva y tenía puesta una piedra contra la entrada.

    39. Yahoshúa dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: “Maestro, ya hiede, porque tiene cuatro días”.

    40. Yahoshúa le dijo: “¿No te dije que si crees verás la gloria de Elohim?”

    41. Luego quitaron la piedra, y Yahoshúa alzó los ojos arriba y dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste.

    42. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado”.

    43. Después de decir esto, llamó con voz fuerte: “¡Elazar, ven fuera!”

    44. Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas y su cara envuelta en un sudario. Yahoshúa les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir”.

    El complot para matar a Jesús

    45. Muchos de los yahuditas que habían venido donde Miryam y habían visto lo que había hecho Yahoshúa, creyeron en él.

    46. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les dijeron lo que había hecho Yahoshúa.

    47. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanhedrín y decían: “¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchos milagros.

    48. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.

    49. Entonces uno de ellos, Kayafá, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada;

    50. ni consideran que les conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación”.

    51. Pero esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Yahoshúa había de morir por la nación;

    52. y no solamente por la nación, sino también para reunificar a los hijos de Yahweh que estaban esparcidos.

    53. Así que, desde aquel día resolvieron matarlo.

    54. Por eso Yahoshúa ya no andaba abiertamente entre los yahuditas, sino que se fue de allí a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efráyim; y estaba allí con sus discípulos.

    55. Ya estaba próxima el Pésaj de los yahuditas, y muchos subieron de esa región a Yerushaláyim antes del Pésaj para purificarse.

    56. Buscaban a Yahoshúa y se decían unos a otros, estando en el Templo: “¿Qué les parece? ¿Que tal vez ni venga a la fiesta?”

    57. Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguno supiera dónde estaba, lo informara para apresarlo.