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    Juan 10 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Parábola del redil

    1. “En verdad, en verdad les digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante.

    2. Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

    3. A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera.

    4. Y cuando saca fuera a todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

    5. Pero al extraño jamás lo seguirán; más bien, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

    6. Yahoshúa les dijo esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.

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    7. Entonces Yahoshúa les habló de nuevo: “En verdad, en verdad les digo que yo soy la puerta de las ovejas.

    8. Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no les hicieron caso.

    9. Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí, se salvará; entrará y saldrá, y hallará pastos.

    10. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

    11. “Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas.

    12. Pero el asalariado, que no es el pastor, y a quien no le pertenecen las ovejas, cuando ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas.

    13. Huye porque es asalariado, y a él no le importan las ovejas.

    14. Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

    15. Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

    16. “También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también tengo que traerlas, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor.

    17. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a recibir.

    18. Nadie me la quita, sino que yo la pongo por mi cuenta. Tengo derecho de ponerla, y tengo derecho de volverla a recibir. Este mandamiento lo recibí de mi Padre”.

    19. Hubo división otra vez entre los [dirigentes] yahuditas a causa de estas palabras,

    20. y muchos de ellos decían: “Tiene un demonio y está desquiciado”. ¿Por qué le hacen caso?”

    21. Otros decían: “Esas palabras no son las de un endemoniado. ¿Podrá un demonio abrir los ojos de los ciegos?”

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    22. Se celebraba entonces la Fiesta de la Dedicación en Yerushaláyim. Era invierno,

    23. y Yahoshúa se paseaba por el Templo en el pórtico de Shelomoh.

    24. Entonces lo rodearon los [dirigentes] yahuditas y le dijeron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Mashíaj, dínoslo abiertamente”.

    25. Yahoshúa les contestó: “Ya se lo he dicho, pero ustedes no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí.

    26. Pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.

    27. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.

    28. Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.

    29. Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.

    30. Yo y el Padre una cosa somos”.

    31. Los [dirigentes] yahuditas volvieron a tomar piedras para apedrearlo.

    32. Yahoshúa les respondió: “Muchas obras buenas les he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de esas obras me van a apedrear?”

    33. Los [dirigentes] yahuditas le respondieron: “No te vamos a apedrear por una obra buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces divino.

    34. Yahoshúa les respondió: “¿No está escrito en la Torah de ustedes: ‘Yo dije: Ustedes son elohim’?

    35. Si llamó “elohim” a aquéllos a quienes se le dirigió la palabra de Elohim (y la Escritura no se puede anular),

    36. ¿Por qué me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y envió al mundo: ‘Tú blasfemas’, porque dije que soy Hijo de Elohim?

    37. Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.

    38. Pero si las hago, aunque a mí no me crean, créanles a las obras; para que conozcan y crean que el Padre está en mí, y yo en el Padre”.

    39. Por eso trataron otra vez de apresarlo, pero él se les escapó de las manos.

    40. Y se retiró otra vez al otro lado del Yardén, al lugar donde al principio Yojanán había estado sumergiendo, y se quedó allí.

    41. Muchos acudieron a él, y decían: “Yojanán, en realidad, no hizo ningún milagro; todo lo que Yojanán dijo de éste era verdad”.

    42. Y muchos creyeron en él allí.