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    Lucas 15 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Parábola de la oveja perdida

    1. Todos los publicanos y pecadores se le iban acercando para oírlo.

    2. Por eso los fariseos y los escribas se pusieron a criticarlo diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

    3. Entonces él les refirió esta parábola:

    4. “¿Quién de ustedes que tenga cien ovejas, si se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido, hasta que la encuentra?

    5. Y cuando la encuentra, se la echa al hombro muy contento.

    6. Cuando llega a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido’.

    7. Les digo que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

    Parábola de la moneda perdida

    8. “¿O qué mujer que tenga diez monedas, si se le pierde una moneda, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta encontrarla?

    9. Cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado la moneda que se me había perdido’.

    10. Les digo que del mismo modo hay gozo delante de los mensajeros de Elohim por un pecador que se arrepiente.

    Parábola del hijo pródigo

    11. Dijo además: “Un hombre tenía dos hijos.

    12. El menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde’. Y él les repartió los bienes.

    13. No muchos días más tarde, después de juntarlo todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

    14. “Después que lo malgastó todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad.

    15. Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual lo envió a su campo para apacentar cerdos.

    16. Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, pues nadie le daba [de comer].

    17. “Entonces recapacitó y dijo: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí me muero de hambre!

    18. Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti.

    19. Ya no soy digno de que me consideres hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros’.

    20. “Así que se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se llenó de compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y lo besó.

    21. El hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de que me consideres hijo tuyo”.

    22. Pero su padre les dijo a sus siervos: “Saquen enseguida el mejor vestido y vístanlo, y pónganle un anillo en la mano y calzado en los pies.

    23. Traigan el ternero cebado y mátenlo. Comamos y alegrémonos,

    24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y lo hemos hallado’. Y comenzaron a festejar.

    25. “Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y el baile.

    26. Llamó a uno de los criados, y le preguntó qué era aquello.

    27. Este le dijo: ‘Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha mandado matar el ternero cebado, por haberlo recobrado sano y salvo’.

    28. Entonces él se enojó y no quería entrar. Su padre salió y se puso a rogarle [que entrara].

    29. Pero él le respondió a su padre: ‘Mira, tantos años que te he estado sirviendo como un esclavo, y sin desobedecer jamás tus órdenes; y nunca me has dado un cabrito para alegrarme con mis amigos.

    30. Sin embargo, tan pronto llegó ese hijo tuyo, que consumió tus bienes con prostitutas, mataste para él el ternero cebado’.

    31. “Entonces su padre le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

    32. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y lo hemos recobrado”.