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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 14 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Jesús sana a un hidrópico

    1. En una ocasión, él entró en Shabat en casa de uno de los principales de los fariseos para comer pan; y ellos le observaban disimuladamente.

    2. Estaba delante de él un hombre con hidropesía.

    3. Entonces Yahoshúa tomó la palabra y les dijo a los maestros de la Torah y a los fariseos: “¿Está permitido sanar en Shabat, o no?”

    4. Pero ellos se quedaron callados. Entonces él lo tomó, lo sanó y lo despidió.

    5. Y les dijo a ellos: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de Shabat?”

    6. Y no le podían contestar estas preguntas.

    Los convidados a las bodas

    7. Al observar cómo los invitados escogían los primeros asientos, les refirió una parábola, diciendo:

    8. “Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú,

    9. y que venga el que los invitó a ti y al otro, y te diga: ‘Déjale el lugar a éste’, y entonces tengas, abochornado, que ocupar el último lugar.

    10. Más bien, cuando te inviten, vé y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Entonces tendrás honra delante de los que se sientan contigo a la mesa.

    11. Porque a todo el que se ensalce lo humillarán, y al que se humilla lo ensalzarán”.

    12. Y al que lo había invitado le dijo: “Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y quedes recompensado.

    13. Pero cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos.

    14. Y serás feliz porque ellos no te pueden recompensar pero quedarás recompensado en la resurrección de los justos”.

    Parábola de la gran cena

    15. Al oír esto, uno de los que estaban sentados con él a la mesa le dijo: “¡Feliz el que coma pan en el reino de Elohim!”

    16. Pero él le dijo: “Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos.

    17. A la hora del banquete envió a su siervo para decirles a los invitados: ‘Vengan, porque ya está preparado’.

    18. Pero todos por igual comenzaron a disculparse. El primero dijo: ‘He comprado un campo y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes”.

    19. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes”.

    20. Y otro dijo: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir”.

    21. “Cuando volvió el siervo, le hizo saber estas cosas a su amo. Entonces el dueño de casa se enfureció y le dijo a su siervo: ‘Vé pronto a las plazas y a las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los ciegos y a los cojos’.

    22. Luego dijo el siervo: ‘Amo, se ha hecho lo que usted mandó, y todavía queda lugar’.

    23. El amo le dijo al siervo: ‘Vé por los caminos y por los callejones, e insísteles hasta que entren para que se llene mi casa.

    24. Pues les digo que ninguna de aquellas personas que invité probará mi cena’”.

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. Grandes multitudes iban con él, y él se volvió y les dijo:

    26. “Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo.

    27. Y el que no carga con su madero y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

    28. Porque ¿quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene con qué acabarla?

    29. No vaya a ser que después de haber echado los cimientos no pueda terminar, y todos los que la vean empiecen a burlarse de él,

    30. diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar’.

    31. ¿O qué rey, para salir a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil?

    32. De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, éste le envía una embajada y pide condiciones de paz.

    33. Así que, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. “La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se sazonará?

    35. No sirve ni para la tierra ni para estiércol; por eso la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga”.