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    Marcos 12 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Los labradores malvados

    1. Entonces comenzó a hablarles en parábolas: “Un hombre plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos.

    2. A su debido tiempo envió un siervo donde los labradores, para recibir de los labradores una parte del fruto de la viña.

    3. Pero ellos lo agarraron, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.

    4. Volvió a enviarles otro siervo, pero a ése lo hirieron en la cabeza y le insultaron.

    5. Luego envió otro, y a éste lo mataron. Envió a muchos otros, pero ellos golpeaban a unos y mataban a otros.

    6. Todavía le quedaba alguien: un hijo amado; y a éste se lo envió por último, pensando: “A mi hijo lo respetarán”.

    7. Pero aquellos labradores dijeron entre ellos: “Ese es el heredero. Vamos a matarlo, y la herencia será nuestra”.

    8. De modo que lo agarraron, lo mataron y lo echaron fuera de la viña.

    9. ¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? ¡Vendrá y destruirá a los labradores y le dará la viña a otros!

    10. ¿No han leído esta escritura?: ‘La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la principal piedra angular;

    11. de parte de Yahweh sucedió esto, y es maravilloso a nuestros ojos’”.

    12. Entonces ellos trataron de echarle mano, porque se dieron cuenta de que en aquella parábola se había referido a ellos. Pero le tenían miedo a la multitud, de modo que lo dejaron y se fueron.

    La cuestión del tributo

    13. Después le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo entramparan en alguna declaración.

    14. Cuando llegaron le dijeron: “Rabí, sabemos que eres un hombre veraz y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Elohim. ¿Es lícito pagarle impuestos al César, o no? ¿Pagaremos o no pagaremos?”

    15. Entonces él, como entendió la hipocresía de ellos, les dijo: “¿Por qué me prueban? Tráiganme un denario para verlo”.

    16. Cuando se lo trajeron, él les dijo: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le dijeron: “Del César”.

    17. Entonces Yahoshúa les dijo: “Denle al César lo que es del César, y a Yahweh lo que es de Yahweh”. Se admiraron de él.

    La pregunta sobre la resurrección

    18. Entonces vinieron donde él unos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:

    19. “Rabí, Mosheh nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja una esposa pero no deja hijos, su hermano debe tomar la esposa y levantarle descendencia a su hermano.

    20. Pues había siete hermanos. El primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.

    21. La tomó el segundo y murió sin dejar descendencia. El tercero, de la misma manera.

    22. Así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer.

    23. Cuando se levanten en la resurrección, ya que los siete la tuvieron por esposa, ¿de cuál de ellos será esposa?”

    24. Entonces Yahoshúa les dijo: “¿No estarán ustedes equivocados en eso, porque no conocen las Escrituras ni tampoco el poder de Elohim?

    25. Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán ni se darán en matrimonio, sino que serán como los mensajeros que están en los cielos.

    26. Y con respecto a si resucitan los muertos, ¿no han leído en el libro de Mosheh, cómo le habló Elohim desde la zarza diciendo: Yo soy el Elohim de Avraham, el Elohim de Yitsjaq y el Elohim de Yaaqov?

    27. Yahweh no es un elohim de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados”.

    El gran mandamiento

    28. Uno de los escribas que había llegado al oírlos discutir, dándose cuenta de que él había respondido bien, le preguntó: “¿Cuál es el principal mandamiento de todos?”

    29. Yahoshúa le respondió: “El principal es: ‘Escucha, Yisrael: Yahweh nuestro Elohim, Yahweh uno es.

    30. Y amarás a Yahweh tu Elohim con todo tu corazón, con todo tu ser, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’.

    31. El segundo es éste: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento mayor que estos dos”.

    32. Entonces el escriba le dijo: “Bien, Rabí. Has dicho la verdad: Yahweh es uno, y no hay otro aparte de él;

    33. y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos las ofrendas quemadas y sacrificios”.

    34. Y viendo Yahoshúa que había respondido sabiamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Elohim”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

    ¿De quién es hijo el Cristo?

    35. Mientras estaba enseñando en el templo, Yahoshúa se puso a decirles: “¿Cómo es que dicen los escribas que el Mashíaj es hijo de Dawid?

    36. Dawid mismo dijo mediante el espíritu de santidad: ‘Dijo Yahweh a mi soberano: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’.

    37. Si Dawid mismo lo llama “soberano”, ¿cómo puede ser su hijo?” Y la gran multitud lo escuchaba con gusto.

    Jesús acusa a los escribas

    38. Y en su enseñanza decía: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con ropas largas y aman los saludos en las plazas,

    39. las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes.

    40. Estos, que devoran las casas de las viudas y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.

    La ofrenda de la viuda

    41. Estando Yahoshúa sentado frente al arca de las ofrendas, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Muchos ricos echaban mucho,

    42. y una viuda pobre vino y echó dos monedas, que equivalen a un centavo.

    43. Él llamó a sus discípulos y les dijo: “En verdad les digo que esa viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca.

    44. Porque todos han echado de su abundancia; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento”.