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    Marcos 5 - Versión Israelita Nazarena 2011

    El endemoniado gadareno

    1. Fueron a la otra orilla del mar a la región de los gadarenos.

    2. Apenas salió él de la barca, le salió enseguida al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo.

    3. Este tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía atarlo ni siquiera con cadenas,

    4. ya que muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había hecho pedazos las cadenas y había roto los grillos; y nadie lo podía dominar.

    5. Continuamente, de día y de noche, andaba entre los sepulcros y por las montañas, gritando y golpeándose con piedras.

    6. Cuando vio a Yahoshúa desde lejos, corrió y se postró ante él.

    7. Y gritando con voz fuerte dijo: “¿Qué tienes que ver conmigo, Yahoshúa, Hijo del Elohim Altísimo? Te conjuro por Elohim que no me atormentes”.

    8. Porque Yahoshúa le decía: “Sal de este hombre, espíritu inmundo”.

    9. Y le preguntó: “¿Cómo te llamas?” Y le dijo: “Me llamo Legión, porque somos muchos”.

    10. Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región.

    11. Allí cerca de la montaña estaba paciendo un gran hato de cerdos.

    12. Y ellos le rogaron: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”.

    13. Él les dio permiso; y los espíritus inmundos salieron y entraron en los cerdos, y el hato (que era como de dos mil) se lanzó al mar por un despeñadero y se ahogaron en el mar.

    14. Los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Entonces fueron para ver qué era lo que había sucedido.

    15. Cuando llegaron donde Yahoshúa vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

    16. Los que habían presenciado todo les contaron lo que le había sucedido al endemoniado, y lo de los cerdos,

    17. y ellos empezaron a rogarle que saliera de sus territorios.

    18. Cuando iba a abordar el barco, el que había estado poseído por el demonio le rogaba que le permitiera ir con él.

    19. Pero Yahoshúa no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa, a tus parientes, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho Elohim por ti, y cómo se compadeció de ti.

    20. Entonces él se fue y comenzó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Yahoshúa por él, y todos se maravillaban.

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    21. Después que Yahoshúa cruzó de nuevo en la barca a la otra orilla, se congregó alrededor de él una gran multitud; mientras él estaba a la orilla del mar.

    22. Entonces vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Yaír. Cuando lo vio, se postró a sus pies

    23. y le imploró mucho diciendo: “Mi hijita está agonizando. ¡Ven! Pon las manos sobre ella para que se sane y viva”.

    24. Yahoshúa fue con él; y lo seguía una gran multitud que lo apretujaba.

    25. En eso, llegó una mujer que sufría de flujo de sangre desde hacía doce años.

    26. Había sufrido mucho [en manos] de muchos médicos y había gastado todo lo que tenía, y de nada le había aprovechado; más bien, iba de mal en peor.

    27. Cuando oyó hablar de Yahoshúa, vino por detrás de él entre la multitud y tocó su manto,

    28. porque ella pensaba: “Si sólo toco su manto, quedaré sana”.

    29. Al instante, se secó la fuente de su sangre y sintió en su cuerpo que ya estaba sana de aquel azote.

    30. De pronto Yahoshúa, reconociendo en sí mismo que había salido poder de él, se volvió a la multitud y dijo: “¿Quién me ha tocado el manto?”

    31. Sus discípulos le dijeron: “Ya tú ves que la multitud te apretuja, y preguntas: "¿Quién me tocó?"”

    32. Pero él seguía mirando alrededor para ver a la que había hecho esto.

    33. Entonces la mujer, atemorizada y temblorosa, sabiendo lo que en ella había ocurrido, fue y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

    34. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu azote”.

    35. Mientras él estaba aún hablando, llegaron unos de la casa del principal de la sinagoga, diciendo: “Tu hija ya murió. ¿Para qué molestar más al Rabí?”

    36. Pero Yahoshúa, entreoyendo la noticia que se decía, le dijo al principal de la sinagoga: “No temas; sólo cree”.

    37. Y no permitió que nadie lo acompañara, sino sólo Kefá, Yaaqov y Yojanán, el hermano de Yaaqov.

    38. Llegaron a la casa del principal de la sinagoga, y él vio el alboroto y los que lloraban y lamentaban mucho.

    39. Y al entrar, les dijo: “¿Por qué hacen alboroto y lloran? La niña no ha muerto sino que duerme”.

    40. Ellos se burlaban de él. Pero él los hizo salir a todos y tomó al padre y a la madre de la niña y a los que estaban con él, y entró a donde estaba la niña.

    41. Cogió la mano de la niña y le dijo: “Talitá, kumi” (que traducido es: Niña, te digo que te levantes).

    42. Y en seguida la niña se levantó y echó a andar, pues tenía doce años. Y ellos quedaron asombrados.

    43. Él les mandó estrictamente que nadie lo supiera; y mandó que le dieran a ella de comer.