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    Mateo 22 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Parábola de la fiesta de bodas

    1. Yahoshúa tomó la palabra y volvió a hablarles en parábolas diciendo:

    2. “El reino del Cielo es como un rey que celebró la fiesta de bodas para su hijo.

    3. Envió a sus sirvientes para llamar a los que habían sido invitados a la fiesta de bodas, pero no quisieron asistir.

    4. Volvió a enviar otros sirvientes con el encargo de decir a los invitados: ‘Miren, he preparado mi banquete; mis toros y animales cebados ya están preparados, y todo está listo. Vengan a la fiesta de bodas’.

    5. Pero [los invitados] no le hicieron caso y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

    6. y los otros agarraron a sus sirvientes, los maltrataron y los mataron.

    7. “Entonces el rey se puso furioso y mandó a sus tropas a matar a aquellos asesinos y quemar su ciudad.

    8. Luego les dijo a sus sirvientes: ‘La fiesta de bodas, a la verdad, está preparada, pero los invitados no eran dignos.

    9. Así que vayan a las encrucijadas de los caminos e inviten a mi fiesta de bodas a todos los que encuentren’.

    10. Aquellos sirvientes salieron por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, tanto buenos como malos; y así la sala se llenó de convidados.

    11. “Pero cuando entró el rey para ver a los convidados y vio allí a un hombre que no llevaba ropa de bodas,

    12. le dijo: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin llevar ropa de bodas?’ Pero él se quedó callado.

    13. Entonces el rey les dijo a sus sirvientes: ‘Amárrenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de afuera’. Allí será el llanto y el crujir de dientes;

    14. pues muchos son llamados, pero pocos elegidos.

    La cuestión del tributo

    15. Entonces se fueron los fariseos y consultaron entre ellos cómo podrían enredarlo en alguna palabra.

    16. De modo que le enviaron unos discípulos de ellos, junto con los herodianos, a decirle: “Rabí, sabemos que eres un hombre sincero, y que enseñas el camino de Elohim con franqueza y que no te cuidas de nadie; porque no te fijas en la apariencia de la gente.

    17. Así que danos tu opinión: ¿Es justo pagarle impuestos al César, o no?”

    18. Pero Yahoshúa, como se dio cuenta de la malicia de ellos, les dijo: “¿Por qué me ponen a prueba, hipócritas?

    19. Muéstrenme la moneda del impuesto”. Y ellos le presentaron un denario.

    20. Entonces él les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”

    21. Le dijeron: “Del César”. Entonces él les dijo: “Pues denle al César lo que es del César, y a Yahweh lo que es de Yahweh”.

    22. Al oír esto quedaron maravillados, y lo dejaron y se fueron.

    La pregunta sobre la resurrección

    23. Aquel mismo día se le acercaron unos saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:

    24. “Rabí, Mosheh dijo que si alguno muere sin hijos, su hermano deberá casarse con su esposa, para levantarle descendencia a su hermano.

    25. Pues bien, había siete hermanos entre nosotros; el primero se casó y murió, y como no tenía descendencia, le dejó su esposa a su hermano.

    26. Lo mismo sucedió también con el segundo y el tercero, hasta el séptimo.

    27. Y después de todos ellos, murió también la mujer.

    28. En la resurrección, siendo que todos la tuvieron, ¿de cuál de los siete será esposa?”

    29. Entonces Yahoshúa les dijo en respuesta: “Ustedes están equivocados porque no conocen las Escrituras ni el poder de Yahweh.

    30. Porque en la resurrección no se casan ni se dan en matrimonio, sino que son como los mensajeros que están en el cielo.

    31. Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que les habló Yahweh cuando dijo:

    32. Yo soy el Elohim de Avraham, el Elohim de Yitsjaq y el Elohim de Yaaqov”. Él no es un Elohim de muertos, sino de vivos”.

    33. Al oír esto, las multitudes quedaron maravilladas de su enseñanza.

    El gran mandamiento

    34. Cuando los fariseos se enteraron de que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en grupo.

    35. Uno de ellos, maestro de la Torah, le preguntó para probarlo:

    36. “Rabí, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Torah?”

    37. Yahoshúa le contestó. “Amarás a Yahweh tu Elohim con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.

    38. Este es el mayor y el principal mandamiento.

    39. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

    40. En estos dos mandamientos se basa toda la Torah, y los Profetas”.

    ¿De quién es hijo el Cristo?

    41. Mientras estaban aún reunidos los fariseos, Yahoshúa les preguntó:

    42. “¿Qué piensan ustedes del Mashíaj? ¿De quién es hijo?” Ellos le contestaron: “De Dawid”.

    43. Y él les dijo: “Entonces, ¿cómo es que Dawid, por inspiración, lo llama soberano? Pues dice:

    44. ‘Dijo Yahweh a mi soberano: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’.

    45. Pues, si Dawid lo llama soberano, ¿cómo puede ser hijo suyo?”

    46. Y nadie le pudo responder una palabra. Desde ese día nadie se atrevió hacerle más preguntas.