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    Mateo 21 - Versión Israelita Nazarena 2011

    La entrada triunfal en Jerusalén

    1. Cuando se acercaron a Yerushaláyim y llegaron a Bet-Pagué, junto al monte de los Olivos, Yahoshúa envió a dos discípulos,

    2. diciéndoles: “Vayan a la aldea que está frente a ustedes, y en seguida hallarán un asna amarrada, con su asnito al lado. Desátenla y traíganmelos.

    3. Si alguien les dice algo, díganle que el Maestro los necesita y que luego los devolverá”.

    4. Todo esto sucedió para cumplir la declaración del profeta que dijo:

    5. “Díganle a la hija de Tsiyón: ‘Mira que tu rey viene a ti, manso y sentado sobre un asna, con su asnito, hijo de bestia de carga’”.

    6. Los discípulos fueron e hicieron tal como Yahoshúa les había mandado.

    7. Trajeron el asna y el asnito y pusieron sobre ellos sus mantos, y él se montó en ellos.

    8. La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.

    9. Las multitudes que iban delante de él y las que lo seguían aclamaban diciendo: “¡Hoshía na!” al Hijo de Dawid; “¡Bendito el que viene en el nombre del Yahweh! ¡Hoshía na, desde las alturas!”

    10. Cuando entró en Yerushaláyim, toda la ciudad quedó en conmoción, y preguntaban: “¿Quién es ése?”

    11. Y las multitudes respondían: “Este es el profeta Yahoshúa, el de Natséret del Galil.

    Purificación del templo

    12. Entonces Yahoshúa entró en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas,

    13. y les dijo: “Está escrito: Mi casa se llamará Casa de Oración, pero ustedes la han hecho cueva de ladrones”.

    14. Entonces se le acercaron algunos ciegos y cojos en el Templo, y él los sanó.

    15. Pero los principales sacerdotes y los escribas se indignaron cuando vieron las maravillas que él hizo, y a los muchachos que lo aclamaban en el Templo diciendo: “¡Hoshía na!” al Hijo de Dawid.

    16. Y le dijeron: “¿Oyes lo que dicen éstos?” Yahoshúa les dijo: “Sí. ¿Nunca han leído: ‘De la boca de los niños y de los lactantes te proporcionaste alabanza’?”

    17. Entonces los dejó y salió fuera de la ciudad a Bet-Jiní, y se alojó allí.

    Maldición de la higuera estéril

    18. Cuando volvía a la ciudad por la mañana, sintió hambre.

    19. Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella; pero no encontró nada en ella sino sólo hojas, y le dijo: “Que nunca jamás nazca fruto de ti”. Pronto se secó la higuera,

    20. y los discípulos, al verlo, se maravillaron diciendo: “¿Cómo se secó tan pronto la higuera?”

    21. Yahoshúa les respondió: “En verdad les digo que si tienen fe y no dudan, no sólo harán esto de la higuera, sino que si le dicen a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así se hará.

    22. Todo lo que pidan en oración, si tienen fe, lo recibirán”.

    La autoridad de Jesús

    23. Cuando llegó al Templo comenzó a enseñar. Enseguida se le acercaron los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?”

    24. Entonces respondió Yahoshúa y les dijo: “Yo también les voy a hacer una pregunta; y si me la contestan, yo también les diré con qué autoridad hago esto.

    25. La inmersión de Yojanán, ¿de dónde era, del Cielo o de los hombres?” Entonces se pusieron a razonar entre ellos, diciendo: “Si decimos que del Cielo, nos va a decir: ‘¿Por qué, entonces, no le creyeron?’

    26. Y si decimos que de los hombres, le tememos al pueblo, porque todos consideran a Yojanán como un profeta”.

    27. Así que le contestaron a Yahoshúa: “No sabemos”. Y él les dijo: “Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago estas cosas”.

    Parábola de los dos hijos

    28. “¿Pero, qué les parece esto?: Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: ‘Hijo, vé hoy a trabajar en la viña’.

    29. Él le contestó: ‘No quiero’. Pero después, cambió de parecer y fue.

    30. Luego se dirigió al otro y le dijo lo mismo; y él respondió diciendo: ‘¡Sí, señor, yo voy!’ Y no fue.

    31. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?” Ellos dijeron: “El primero”. Y Yahoshúa les dijo: “En verdad les digo que los publicanos y las prostitutas entran antes que ustedes en el reino de Elohim.

    32. Porque Yojanán vino a ustedes en el camino del bien, y ustedes no le creyeron; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y aunque ustedes lo vieron, después no cambiaron de parecer para creerle”.

    Los labradores malvados

    33. “Oigan otra parábola: Había un hombre, dueño de un campo, quien plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y se la arrendó a unos labradores y se fue lejos.

    34. Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus sirvientes donde los labradores para recibir sus frutos.

    35. Pero los labradores agarraron a sus sirvientes, a uno lo hirieron, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon.

    36. Él envió de nuevo otros sirvientes, en mayor número que los primeros, y les hicieron lo mismo.

    37. Por último, les envió a su hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’.

    38. Pero al ver al hijo, los labradores dijeron entre ellos: ‘Este es el heredero, vamos a matarlo para quedarnos con su herencia’.

    39. Así que lo agarraron, lo sacaron de la viña y lo mataron.

    40. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”

    41. Ellos le dijeron: “A esos malvados los destruirá sin compasión, y le arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo”.

    42. Yahoshúa les dijo: “¿Nunca han leído en las Escrituras esto?: ‘La piedra que desecharon los constructores ha venido a ser la principal piedra angular. De parte de Yahweh sucedió esto, y es maravilloso a nuestros ojos’.

    43. Por eso les digo que el reino de Elohim se les quitará a ustedes y se le dará a un pueblo que produzca los frutos del reino.

    44. [El que caiga sobre esta piedra se hará pedazos, y si ella cae sobre alguien lo hará polvo]”

    45. Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas entendieron que él hablaba de ellos.

    46. Pero aunque querían echarle mano, le temían al pueblo; porque éste lo consideraba como un profeta.