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    Lucas 9 - Version Moderna (1929)

    Misión de los doce discípulos

    1. Y HABIENDO convocado a los doce, les dió poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades.

    2. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar los enfermos.

    3. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas.

    4. Y en cualquiera casa que entrareis, permaneced allí, y de allí partid.

    5. Y dondequiera que no os recibieren, al salir de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.

    6. Ellos, pues, partieron, y pasaron por las aldeas, predicando el evangelio, y sanando por todas partes.

    Muerte de Juan el Bautista

    7. ¶Mas Herodes el tetrarca oyó todo lo que iba sucediendo; y estaba sumamente perplejo; porque se decía por parte de algunos, que Juan Bautista había resucitado de entre los muertos;

    8. y de otros, que Elías había aparecido; y por otros, que alguno de los antiguos profetas había resucitado.

    9. Y dijo Herodes: A Juan yo le corté la cabeza; ¿quién, pues, es éste de quien oigo tales cosas? Y deseaba verle.

    Alimentación de los cinco mil

    10. ¶Y habiendo regresado los apóstoles, le declararon cuantas cosas habían hecho. Y él tomándolos consigo, se retiró aparte a un lugar desierto, que pertenecía a una ciudad llamada Betsaida.

    11. Y al saberlo las multitudes, le siguieron; y él las recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.

    12. Mas el día comenzó a declinar; y llegándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud, para que se vayan a las aldeas y los campos de alrededor, y se alberguen, y hallen vituallas; porque estamos aquí en un lugar desierto.

    13. Pero él les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar alimentos para toda esta gente.

    14. Pues eran como cinco mil hombres. Y él dijo a sus discípulos: Hacedlos recostar por partidas, como de cincuenta en cincuenta.

    15. Y lo hicieron así, haciéndolos recostar a todos.

    16. Tomando entonces los cinco panes y los dos peces, miró al cielo, y los bendijo; y los partió, y los dio a los discípulos para que los pusiesen delante de la multitud.

    17. Y comieron todos y se saciaron: y alzaron de los pedazos que les sobraron, doce cestos.

    La confesión de Pedro

    18. ¶Y aconteció, que estando él orando aparte, los discípulos estaban con él; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dicen las gentes que yo soy?

    19. Y ellos respondiendo, dijeron: Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas ha resucitado.

    20. Díjoles entonces: Pero vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro respondiendo, dijo: El Cristo de Dios.

    Jesús anuncia su muerte

    21. Mas él, con mandamiento riguroso, les mandó que a nadie hablasen de esto;

    22. diciendo: Es menester que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos y los jefes de los sacerdotes y los escribas, y sea muerto, y que resucite al tercer día.

    23. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.

    24. Pues el que quisiere salvar su vida la perderá; mas el que perdiere su vida por causa de mí, la salvará.

    25. Porque ¿qué aprovecha el hombre con ganar todo el mundo, mas destruyéndose a sí mismo o perdiéndolo todo?

    26. Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste, el Hijo del hombre se avergonzará, cuando viniere en su propia gloria, y la del Padre y de los santos ángeles.

    27. Mas os digo con verdad, que hay algunos de los aquí presentes, que no probarán la muerte, hasta que hayan visto el reino de Dios.

    La transfiguración

    28. ¶Y aconteció, como ocho días después de dichas estas palabras, que tomando consigo a Pedro y a Juan y a Santiago, subió al monte para orar.

    29. Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra y su vestido se tornó blanco y resplandeciente.

    30. Y he aquí que dos varones hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías,

    31. que aparecieron en gloria, y hablaban de su partida, que iba a verificarse en Jerusalem.

    32. Pedro empero y sus compañeros estaban cargados de sueño; mas habiendo sacudido el sueño, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con él.

    33. Y sucedió que al tiempo que ellos se apartaban de él, Pedro dijo a Jesús: ¡Maestro, bueno es que nos estemos aquí! hagamos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías: sin saber lo que decía.

    34. Mientras él decía esto, vino una nube y les hizo sombra; y ellos tuvieron temor al entrar en la nube.

    35. Y hubo una voz, procedente de la nube, que decía: ¡Éste es mi amado Hijo! ¡oídle a él!

    36. Y pasada la voz, Jesús fué hallado solo. Y ellos callaron, y por aquellos días nada dijeron a nadie de lo que habían visto.

    Jesús sana a un muchacho endemoniado

    37. ¶Y sucedió al día siguiente, cuando bajaban del monte, que una gran muchedumbre de gente vino a encontrarle.

    38. Y, he aquí, un hombre de entre el gentío levantó la voz, diciendo: ¡Maestro, ruégote que atiendas a mi hijo! porque es mi unigénito:

    39. y he aquí que un espíritu le toma, y él de repente da voces; y le arroja en convulsiones, haciéndole echar espumarajos; y a duras penas se aparta de él, después de estropearle.

    40. Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera; mas no han podido.

    41. Jesús entonces respondiendo, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿hasta cuándo he de estar con vosotros y sufriros? ¡Trae acá a tu hijo l

    42. Pero en tanto que se acercaba el muchacho, el demonio le derribó, y arrojóle en convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho; y sedo volvió a su padre.

    43. Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. ¶Empero mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

    Jesús anuncia otra vez su muerte

    44. Penetren estas palabras en vuestros oídos: porque el Hijo del hombre va a ser entregado en mano de los hombres.

    45. Mas ellos no entendían este dicho, y les estaba encubierto, para que no lo entendiesen: y temían preguntarle acerca de este dicho.

    ¿Quién es el mayor?

    46. ¶Y suscitóse entre ellos una disputa, sobre cuál de ellos sería el mayor.

    47. Mas viendo Jesús los pensamientos de su corazón, tomó un niño, y poniéndole de pie junto a sí,

    48. les dijo: Quien recibiere a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibiere a mí, recibe al que me envió. Porque aquel que es el menor entre todos vosotros, ése es grande.

    El que no es contra nosotros, por nosotros es

    49. ¶Y Juan respondiendo, le dijo: Maestro, hemos visto a cierto hombre que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo vedamos, porque no te sigue con nosotros.

    50. Y Jesús les dijo: No se lo vedéis; porque el que no es contra vosotros, por vosotros es.

    Jesús reprende a Jacobo y a Juan

    51. ¶Y aconteció que cuando se iba cumpliendo el tiempo en que él había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro resueltamente para ir a Jerusalem.

    52. Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una aldea de los Samaritanos a prepararle hospedaje.

    53. Mas éstos no le recibieron, porque su rostro estaba dirigido hacia Jerusalem.

    54. Y viendo esto sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo, que los consuma, como también lo hizo Elías?

    55. Mas volviéndose él, les reprendió, y dijo: No sabéis de qué espíritu sois;

    56. pues el Hijo del hombre no vino para perder las vidas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.

    Los que querían seguir a Jesús

    57. ¶Y andando ellos por el camino cierto hombre le dijo: Yo te seguiré a dondequiera que fueres.

    58. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo nidos, mas el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.

    59. Y dijo a otro: ¡Sígueme! Mas él dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.

    60. Jesús empero le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; mas anda tú y publica en derredor el reino de Dios.

    61. Y otro también le dijo: Te seguiré, Señor; mas permíteme primero que me despida de los que están en mi casa.

    62. Pero Jesús le dijo: Ninguno que  pusiere la mano en el arado y mirare atrás, es apto para el reino de Dios.