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    Marcos 5 - Version Moderna (1929)

    El endemoniado gadareno

    1. Y LLEGARON a la otra orilla del mar, al país de los Gadarenos.

    2. Y saliendo él de la barca, en seguida le vino al encuentro, desde los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo;

    3. el cual tenía su morada en los sepulcros; y ninguno le podía atar, ni aun con cadenas;

    4. porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; y las cadenas habían sido rotas por él, y los grillos hechos pedazos; ni nadie tenía fuerzas para domarle.

    5. Y todo el tiempo, de noche y de día, iba dando voces por las montañas, y en los sepulcros, y cortándose con piedras.

    6. Y viendo a Jesús de lejos, corrió y prosternóse ante él;

    7. Y clamando a gran voz, decía: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡te conjuro por Dios que no me atormentes!

    8. porque le había dicho: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

    9. Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión es mi nombre; porque somos muchos.

    10. Y le rogaba con instancia que no los enviase fuera del país.

    11. Mas había allí, en la falda de la serranía, una grande piara de cerdos, paciendo.

    12. Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos.

    13. Y se lo permitió.  Salieron entonces los espíritus inmundos, y entraron en los cerdos; y la piara (eran como dos mil), lanzóse furiosamente por un despeñadero en el mar y se ahogaron en el mar.

    14. Y los que los apacentaban huyeron, y lo contaron en la ciudad y por los campos. Salieron, pues, las gentes a ver qué era aquello que había acontecido.

    15. Y vienen a Jesús, y miran al endemoniado sentado, vestido y en su juicio cabal; el mismo que había tenido la legión; y tuvieron temor.

    16. Y les refirieron los que lo habían visto, cómo esto había acontecido al endemoniado, y aquello de los cerdos.

    17. Y comenzaron a rogarle que se retirase de los términos de ellos.

    18. Y como iba a entrar en la barca, aquel que había sido endemoniado le rogaba que le permitiese estar con él.

    19. Pero Jesús no lo consintió; antes le dijo: Véte a tu casa, a los tuyos, y diles cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo se ha compadecido de ti.

    20. Y él se fué, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él: y todos se maravillaban.

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    21. ¶Y cuando Jesús hubo pasado otra vez en la barca al otro lado, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba a la orilla del mar.

    22. Y viene uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo; y viéndole, cae a sus pies,

    23. y le ruega mucho, diciendo: Mi hijita está en los últimos momentos. ¡Ruégote que vengas, y pongas sobre ella tus manos para que sane y viva!

    24. Y Jesús fué con él; y le seguía mucho tropel de gente, y le apretaba.

    25. ¶Y una mujer, que hacía doce años que padecía flujo de sangre,

    26. y había sufrido mucho por parte de muchos médicos, y había gastado todo su haber, y nada había aprovechado, sino antes le iba peor;

    27. habiendo oído las cosas que contaban de Jesús, llegóse en el gentío, detrás de él, y tocó su vestido:

    28. porque decía: ¡Si yo tocare siquiera su vestido, sanaré!

    29. Y al instante se secó la fuente de su sangre, y conoció en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.

    30. Y luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que de él había salido, se volvió en medio del gentío, y dijo: ¿Quién tocó mis vestidos?

    31. Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿quién me tocó?

    32. Pero él seguía mirando en derredor para ver a aquella que había hecho esto.

    33. La mujer, pues, temerosa y temblorosa, sabiendo lo que le había sido hecho, vino, y cayendo en tierra delante de él, le dijo toda la verdad.

    34. Mas él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz, y queda sana de tu azote:

    35. ¶Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ya murió, ¿para qué molestas más al Maestro?

    36. Pero Jesús, entreoyendo la razón que se decía, dice al jefe de la sinagoga: No temas; cree solamente.

    37. Y no permitió qué nadie siguiese con él, sino Pedro y Santiago y Juan, hermano de Santiago.

    38. Y llegan a casa del jefe dé la sinagoga: y mira Jesús el alboroto, y los que lloraban y daban grandes alaridos.

    39. Y habiendo entrado dentro, les dice: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? la niña no ha muerto, sino que duerme.

    40. Y ellos se reían de él. Mas habiendo echado fuera a todos, toma al padre y a la madre de la niña y a los que con él estaban, y pasa adentro, donde estaba la niña.

    41. Y tomándola de la mano, le dice: Talitha cumi; que traducido, quiere decir: Niña, a ti te digo, levántate.

    42. Y al instante la doncella se levantó, y echó a andar; pues era de doce años. Y ellos se asombraron con grande asombro.

    43. Mas él les amonestó mucho que nadie lo supiese: y dijo que a ella lo dieran de comer.