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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 14 - Reina Valera 1858 (Nuevo Testamento)

    Jesús sana a un hidrópico

    1. Y ACONTECIÓ que entrando en casa de un príncipe de los Fariséos un sábado á comer pan, ellos le acechaban.

    2. Y hé aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él.

    3. Y respondiendo Jesus, dijo á los doctores de la ley, y á los Fariséos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado?

    4. Y ellos callaron. Entonces él tomándole, le sanó, y le envió.

    5. Y respondiendo á ellos, dijo ¿El asno ó el buey de cuál de vosotros caerá en algun pozo, y él no le sacará luego en dia de sábado?

    6. Y no le podian replicar á estas cosas.

    Los convidados a las bodas

    7. Y dijo una parábola á los convidados, atento como escogian los primeros asientos á la mesa, diciéndoles:

    8. Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te asientes en el primer lugar: porque podrá ser que otro mas honrado que tú sea convidado de él;

    9. y viniendo el que te llamó á tí y á él, te diga: Da lugar á este; y entonces comiences con vergüenza á tener el postrer lugar.

    10. Mas cuando fueres llamado, vé, asiéntate en el postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube arriba: entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se asientan á la mesa.

    11. Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla será ensalzado.

    12. Y decia tambien al que le habia convidado: Cuando haces comida ó cena, no llamas á tus amigos, ni á tus hermanos, ni á tus parientes, ni á tus vecinos ricos: porque tambien ellos no te vuelvan á convidar, y te sea hecha paga.

    13. Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos;

    14. y serás bienaventurado: porque no te pueden pagar: mas te será pagado en la resurreccion de los justos.

    Parábola de la gran cena

    15. Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.

    16. El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y llamó á muchos.

    17. Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid, que ya todo está aparejado.

    18. Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado un cortijo, y he menester de salir, y verle: te ruego que me tengas por excusado.

    19. Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos; te ruego que me tengas por excusado.

    20. Y el otro dijo: Me he casado; y por tanto no puedo venir.

    21. Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entonces el padre de la familia, enojado dijo su siervo: Vé presto por las plazas, y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.

    22. Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar.

    23. Y dijo el señor al siervo: Vé por los caminos, y por los vallados, y fuerzalos á entrar, para que se llene mi casa;

    24. porque yo os digo, que ninguno de aquellos varones que fueron llamados, gustará mi cena.

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. Y MUCHAS compañías iban con él; y volviéndose les dijo:

    26. Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y madre, y mujer, é hijos, y hermanos, y hermanas, y aun tambien su vida, no puede ser mi discípulo.

    27. Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mi, no puede ser mi discípulo.

    28. Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero sentado los gastos, si tiene lo que ha menester para acabarla?

    29. Porque despues que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vieren, no comiencen á hacer burla de él,

    30. diciendo: Este hombre comenzó á edificar, y no pudo acabar.

    31. ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil?

    32. De otra manera, cuando aun el otro está lejos, le ruega por la paz, enviándole embajada.

    33. Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia á todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. Buena es la sal: mas si la sal fuere desvanecida, ¿con qué se adobará?

    35. Ni para la tierra, ni para el muladar es buena: en la calle la echan. Quien tiene oidos para oir, oiga.